Por tierras de vino y piedra.
Piedra
y viña. Dos palabras que bastan para resumir la ruta. Siglos de historia
cincelados en los monumentos, tantos como siglos los riojanos pisaron el fruto
de la cepa de la vid. Caminos de uva y Caminos santos que los peregrinos con el
alma puesta en Santiago de Compostela, recorren desde más de un milenio.
De
pueblos amurallados que, como Laguardia o San Vicente de la Sonsierra,
atestiguan el pasado belicoso de lo que un día fue campo de batalla para
navarros y castellanos. Pero también, lugares para la meditación y la
contemplación, como Logroño, Santo Domingo de la Calzada o Nájera: poblaciones
que sin la presencia de la ruta jacobea serían imposibles de entender.
Ruta
de pueblos de piedras, de calles estrechas y casas blasonadas, de panteones
reales, catedrales, iglesias, ermitas, santuarios y criptas donde duermen
eternamente santos, nobles varones y reyes legendarios, que dedicaron su vida a
glorificar y ensanchar esta tierra.
Monumentos
en todos los estilos, desde el románico hasta el neoclásico, con especial
predilección por el barroco riojano, el más frecuente de esta ruta. Pero
también de montes y ríos, suficientes y caudalosos como para que los árabes,
que aquí estuvieron durante cerca de cinco siglos, bautizaran a esta tierra
como Vélez-Asikia: tierra de regadíos.
Muchas
localidades aún conservan la importancia de su paso en el trazado de sus
cuidadas huertas. Ríos caudalosos, el primero el Ebro, que han trazado el curso
de buena parte de la historia de La Rioja. Y de clima benigno y suave. No en
vano, desde tiempos inmemoriales estos lares han sido refugio preferido de los
vecinos del norte, atraídos por su aire más seco y sus días más soleados.
Con
un recorrido de 137 km, la ruta comienza y concluye en la ciudad de Logroño.
Camino de Haro se adentra en la Rioja Alavesa pasando por Assa, Laguardia y
Ábalos, y después Briones. Continuando por Anguciana se llega a Sajazarra,
Tirgo, Casalarreina y Castañares de Rioja antes de llegar a Santo Domingo de la
Calzada. Después hay que bajar hasta Ezcaray, y por Zaldierna, Azarrulla,
Ayabarrena y Posadas para regresar a la capital por la real y milenaria Nájera
y la alfarera Navarrete.
LOGROÑO.
Comienza
la ruta en la capital de La Rioja. Ciudad milenaria cuyo origen se remonta al
enclave romano y antiguo puerto fluvial de Vareia, en el actual barrio de
Varea. Parada y fonda de la Ruta Jacobea, a la que debe buena parte del
esplendor pasado, Logroño y su río Ebro han estado siempre irremediablemente
unidos.
Ya
en el siglo XII, el peregrino francés Aymeric Picaud dedicó las siguientes
palabras a tan peculiar matrimonio: “Por Logroño pasa un río enorme llamado
Ebro, de agua sana y rico en peces”.
La
mejor manera de visitar la ciudad es a partir de su plaza emblemática y
auténtico centro neurálgico: el Espolón, presidido por la Estatua Ecuestre del general
Espartero. A un paso está el casco antiguo, que todavía conserva el
ambiente más característico de la ciudad.
Visitas:
La Concatedral de Santa María la Redonda, levantada en el
siglo XV sobre un templo románico anterior, y muy retocada y ampliada en los
siglos XVII y XVIII. Destacan su fachada-retablo muy esculpida y flanqueada por
dos torres gemelas de estilo barroca riojano, su magnífico coro de sillería y
su trascoro en forma de capilla octogonal, que guarda las imágenes de Santa
Lucía, Santa Águeda y el Cristo en el Sepulcro, muy veneradas en la ciudad. Iglesia
de San Bartolomé, Construida entre los siglos XII y XIV. Destacan sus
ábsides románicos, su torre cuadrada en estilo mudéjar y la portada de
principios del gótico. Iglesia de Santiago, edificada en el
siglo XVI, sobresale su portada barroca coronada por un arco que acoge la escultura
de Santiago Matamoros, obra de Juan de Raón. Iglesia de Sta. María del Palacio,
comenzada en el siglo XII y concluida en el XVIII, destacan su torre octogonal
rematada por la flecha más aguda, original y osada de todo el gótico español en
sus formas primerizas del siglo XII, según Dionisio Ridruejo; el retablo mayor;
y su claustro, con algunas tallas muy interesantes. Palacio de Chapiteles,
casona del siglo XVII y reconstruida hace dos siglos, que fue sede del
Ayuntamiento.
Palacio de Espartero, edificio del siglo XVII con una
interesante fachada neoclásica. En su interior se encuentra el Museo
de La Rioja, con importantes colecciones de pintura y escultura. La
mejor manera de concluir la visita de Logroño es en el Puente de Piedra y
contemplar la panorámica de la ciudad.
Al
otro lado del puente, junto a la sede de Bodegas Franco-Españolas, arranca la
carretera LR-232. A seis kilómetros, y ya en la Rioja Alavesa, está ASSA.
Lo más reseñable de esta pequeña localidad son los restos del Puente
Mantilbe sobre el río Ebro, que pueden verse un kilómetro antes de
llegar a esta localidad, a mano izquierda. Pasado Assa, a diez kilómetros, está
Laguardia.
LAGUARDIA.
Ubicada
en lo alto de un cerro y rodeada por una muralla, toda Laguardia es un trozo de
historia viva. La cercana presencia de dólmenes atestigua que la zona estuvo
poblada desde muy antiguo. Durante la Edad Media fue un importante baluarte
militar y motivo de continuo enfrentamiento entre navarros y castellanos, que
definitivamente la conquistaron en 1461.
Siguieron
siglos de paz para Laguardia, hasta que las guerras carlistas provocaron la
destrucción de su castillo. Mandado construir por el rey navarro Sancho Abarca,
y parte de la muralla. De calles de piedra y casas blasonadas, esta localidad
merece un tranquilo paseo y empaparse de sus muchos siglos de historia.
Visitas:
Iglesia de Santa María de los Reyes, construida entre
los siglos XII y XVII, en su interior destaca la portada gótica, esculpida en
el siglo XIV y policromada en el siglo XVI, ejemplo único, por su magnífico
estado de conservación, en España. Torre Abacial, de estilo románico y
gótico. Viejo Ayuntamiento, edificado en el siglo XVI en estilo
renacentista. Plaza Mayor. Iglesia de San Juan, de estilos
románico y gótico, donde destacan su portada y su torre. Casa del Vino, levantada
a principios del siglo XV, es el edificio civil más antiguo de Laguardia. Muralla
y puertas de Carnicerías, de Páganos, de Santa Engracia y de Mercadal.
Las casas
señoriales y solariegas de los siglos XVI al XVIII, sobre todo en las
calles Santa Engracia y Mayor.
Alrededores:
En
las afueras de Laguardia se encuentran la Ermita románica de Santa María de Berberana
y el Poblado
de la Hoya, con retos de diversas culturas de los siglos XII a.C. al II
a.C.
A
cinco kilómetros, por la A-3228, a la salida del pueblo, a mano derecha se
llega a ELVILLAR. En esta localidad se encuentra el Dolmen
de la Chabola de la Hechicera, el mejor de los muchos existentes en la
zona.
A
la salida de Laguardia se continúa por la A-124. A nueve kilómetros, siempre
entre viñedos, se encuentra Samaniego.
SAMANIEGO.
Lo
más interesante de esta pequeña localidad alavesa es su original Iglesia-fortaleza,
con dos torres y torreón, construida en el siglo XV y modificada en el XVIII, y
el Palacio
de Samaniego, de factura renacentista.
Nada
más dejar Samaniego, se entra de nuevo en La Rioja. A unos tres kilómetros,
ahora por la LR-232, se encuentra Abalos.
ÁBALOS.
Donde, según un dicho, el vino sale de las
piedras. Bello y tranquilo pueblo, destacan si Iglesia de San Esteban,
sobre todo por su portada del siglo XVI, y el Palacio de los Marqueses de
Legarda.
Alrededores:
Un
kilómetro antes de llegar a ÁBALOS, a la derecha, se encuentra la Ermita
de San Felices, en estilo románico de los siglos XI y XII.
A
un kilómetro de Ábalos, por la LR-137, arranca un desvío a mano derecha para
llegar a la Iglesia de Santa María de la Piscina, en estilo románico del
siglo XIII.
Continuando
por la LR-232, a unos cuatro kilómetros, arranca a mano izquierda la carretera
LR-137, que sube hasta San Vicente de la Sonsierra.
SAN VICENTE DE LA SONSIERRA.
Fundada
por el rey navarro Sancho Garcés I, cada Viernes Santo se festeja el célebre
ritual de los Picaos, cuyo origen se remonta al Medievo y en el que los
penitentes se flagelan la espalda hasta sangrar.
En
lo más alto de su cerro se yerguen las ruinas del Castillo, la Iglesia
de Santa María la Mayor, construida en el siglo XVI, con una
interesante portada barroca y un retablo renacentista en su interior, y la Ermita
de San Juan, sede de la Cofradía de la Vera Cruz.
Alrededores:
Basílica de Nuestra Señora de los Remedios, en las afueras del
pueblo, de factura barroca, guarda una imagen gótica.
A
la salida de San Vicente de la Sonsierra, hay que seguir por la LR-317. Después
de atravesar el Puente Romano de San Vicente, a unos cuatro kilómetros, se
llega a la amurallada localidad de Briones, declarada Conjunto de Interés
Histórico-Artístico. Todo el pueblo es una pequeña obra de arte.
BRIONES.
Visitas:
Plaza Mayor, configurada por varias casas del siglo
XVIII. Iglesia parroquial de Santa María, comenzada en el
siglo XVI, sobresale su magnífico retablo barroco, la escalera que sube al coro
y la torre de mediados del siglo XVIII. Palacio del Marqués de San Nicolás,
sede del Ayuntamiento.
A
la salida de Briones hay que tomar la N-232. A cinco kilómetros se encuentra
Haro.
HARO.
Capital
de La Rioja vinícola, Haro es famosa por muchos motivos: por su historia, por
sus monumentos, por sus instituciones y por haber sido la primera población
española en disponer de luz eléctrica, lo que da una idea de la pujanza económica
que tuvo en otro tiempo.
Sus
orígenes también son centenarios. San Braulio ya la cita en su Vida de San
Millán, escrita en el siglo VII. Haro es en sí mismo un museo al aire
libre, con varios palacios, numerosas casas blasonadas, varias iglesias de
importancia y unas calles, con la célebre Herradura como punto de referencia y
de txikiteo, que han sabido superar el paso de los siglos y el peso de la
economía.
Iglesia de Santo Tomás, comenzada en el
siglo XVI y concluida en el XVIII, con magnífica portada renacentista y torre
gótica. Ayuntamiento, del último cuarto del siglo XVIII. Plaza
de la Paz, rodeada por un conjunto de soportales que se remontan al
siglo XVIII. Palacios de Paternina y de los Condes de Haro, en
primero en estilo renacentista y el segundo en barroco. Basílica de Nuestra Señora de la
Vega, patrona de Haro, y que mezcla los estilos clasicista y barroco. Antigua
Fábrica de Alcoholes, edificio de ladrillo en estilo mudéjar y
construido en 1918. Estación Enológica, edificada en 1892, alberga el Museo
de Vino.
Todo
Haro es una bodega. En la calle Cuevas están los viejos almacenes de vinos y en
la Herradura, un gran número de tiendas especializadas.
Alrededores:
A
solo cinco kilómetros, continuando por la N-232, se encuentra otro remanso de
historia, Briñas.
BRIÑAS.
Antigua
aldea de Haro, es un pueblo en piedra de sillería con numerosas casas
blasonadas. A destacar, la Iglesia de la Asunción y su preciosa
escalinata de entrada.
En
el mismo Haro, junto a la Iglesia de la Virgen de la Vega, hay que coger la
LR-202. A cuatro kilómetros está Anguciana.
ANGUCIANA.
Lo
más reseñable de esta pequeña localidad es su Torre-fortaleza,
levantada en el siglo XIV, y la Iglesia Parroquial de San Martín,
del siglo XVI.
A
la salida de Anguciana, tras cruzar su puente, se continua por la LR-202. A
unos cuatro kilómetros se gira a mano derecha para coger la LR-301. Dos
kilómetros más adelante se encuentra Sajazarra.
SAJAZARRA.
Rodeada
del río Ea, las primeras referencias que se tienen de esta pequeña y bella
localidad son del siglo XI. Calles de piedra y casas blasonadas, entre las que
sobresalen su magnífico Castillo, construido a finales del
siglo XV y el mejor conservado de toda La Rioja, y la Iglesia Parroquial de la Asunción,
de planta románica y completada en el siglo XVIII.
A
la salida del pueblo hay que tomar de nuevo la LR-301, dirección Anguciana. Al
llegar al cruce con la LR-202 se continúa recto. A cinco kilómetros se
encuentra Tirgo.
TIRGO.
Lo
más reseñable de este pequeño pueblo es su bella Iglesia del Salvador,
construida en el siglo XII en estilo románico.
Alrededores:
A
dos kilómetros, por la LR-201, está CUZCURRITA DE RÍO TIRÓN, a la sombra
de su castillo de torre cuadrada levantado en el siglo XV. Con apenas
quinientos habitantes, atesora uno de los mejores ejemplos del barroco riojano:
la Iglesia
de San Miguel, construida en el último tercio del siglo XVIII.
Siguiendo el curso del río Tirón, a unos cuatro kilómetros, se levanta la Ermita
de Sorejana, de planta románica.
En
Tirgo se coge la LR-232. A tres kilómetros, entre viñedos, se alza
Casalarreina.
CASALARREINA.
Según
la tradición, el nombre de esta localidad, declarada Conjunto
Histórico-Artístico, se debe a la estancia de Juana la Loca, hija de los Reyes
Católicos.
A
destacar: Convento de las Dominicas de la Piedad, levantado en el siglo
XVI y con una interesante fachada en estilo plateresco; Palacio de los Condestables de
Castilla, donde se alojó Juana la Loca, del siglo XVI; Palacio
de Poves, del siglo XVIII; Iglesia de San Martín, iniciada en
el siglo XVI y que guarda en su interior un interesante retablo y una talla de
la Virgen del Campo.
A
la salida de Casalarreina, hay que tomar la carretera LR-111. A trece kilómetros,
en continua recta, y después de atravesar Castañares de la Rioja, se llega a
Santo Domingo de la Calzada.
SANTO DOMINGO DE LA CALZADA.
Ligada
al nombre de su fundador, Santo Domingo, y de la ruta jacobea, es el centro
comercial y social de la comarca de La Rioja Alta no vinícola. La ciudad entera
es un bello museo que vive por y para los numerosos peregrinos que, camino de
Santiago, descansan en su hospedería, conocida como Casa del Santo.
Su
fundación se remonta al año 1044, cuando el eremita Santo Domingo construyó un
puente, una calzada, un albergue y una iglesia con los que aliviar el esfuerzo
de los peregrinos. Fernando III le concedió el título de Ciudad y Pedro I el
Cruel mandó levantar la Muralla, de la que sólo quedan unos pocos restos. Hasta
el siglo XVI creció su esplendor, que se perdió lentamente con el declive de la
ruta compostelana
Visitas:
Catedral, de planta románica y alzado gótico, su
construcción se prolongó hasta el siglo XVIII. En su interior destacan el
retablo mayor, del siglo XVI, la cripta con el sepulcro del santo y el
claustro. La Torre Exenta, junto a la catedral, del siglo XVIII y en estilo
barroco riojano. Convento de San Francisco, iniciado en el siglo XV y continuado
en los dos siguientes. Plaza del
Ayuntamiento. Iglesia de Nuestra Señora de la Plaza. Palacio de Obispo.
Convento de las Bernardas. Puente sobre el río Oja, en las
afueras.
A
la salida de Santo Domingo se continúa por la LR-111. A catorce kilómetros se
encuentra Ezcaray.
EZCARAY.
Centro
neurálgico de un hermoso valle regado por el río Oja, el origen de esta
localidad, también famosa por su cercana estación de esquí, hunde sus raíces en
la Edad Media. Fernando IV, en 1312, repobló la zona con vascos, quienes le
dieron su nombre a la localidad. Ezcaray significa peña alta, y en el siglo
XVII al dominio de la familia Manrique de Lara.
A
partir del siglo XVIII, desarrolló una próspera industria textil, que continúa
en la actualidad. Sus calles de piedras, varios palacios y casas solariegas,
son el refugio veraniego preferido de muchos riojanos y vascos, atraídos por la
tranquilidad de la zona, sus valiosísimos parajes naturales y su riqueza
cinegética.
Visitas:
Iglesia de Santa María la Mayor, de planta románica
y concluida en el siglo XVI, guarda en su sacristía un interesante museo
religioso y en la portada figuran los blasones de los antiguos señores del
lugar. Palacio del Conde de Torremuzquiz, del siglo XVIII y en estilo
barroco. Ermita de Santa Bárbara. Ermita de Nuestra Señora de Allende,
en las afueras del pueblo, al otro lado del río.
Alrededores.
Por
la belleza del entorno, merece la pena remontar la carretera LR-415, a la
salida de Ezcaray, tras cruzar el puente de piedra a mano derecha, y acercarse
a ZALDIERNA,
que posee un encantador conjunto de iglesia sobre el río y puente, AZURRALLA,
POSADAS, tiene una parroquia del siglo XVI, con un sencillo retablo con
una Virgen del Rosario, y AYABARRENA.
A
la salida de Ezcaray se retrocede por la LR-11. A dos kilómetros se encuentra
Ojacastro.
OJACASTRO.
Pequeña
localidad en la que destaca la Iglesia de San Julián y Santa Basilia.
Construida en el siglo XVI sobre un templo románico.
Continuando
por la LR-111 se llega a Santo Domingo de la Calzada, para proseguir por la
N-120. A doce kilómetros se encuentra otra localidad unida a la ruta jacobea:
Nájera.
NÁJERA.
Como
la cercana Santo Domingo de la Calzada, el esplendor de Nájera fue paralelo a
la vitalidad del Camino de Santiago. A su paso floreció como villa, impulsada
por la decisión constructora del rey navarro Sancho III el Mayor y de su hijo,
Carcía de Nájera, que aquí establecieron la capital del reino de Navarra.
La
ciudad estaba amurallada, aunque en la actualidad sólo quedan algunos restos de
sus puertas. Antes fue plaza de los árabes, que le dieron su nombre, Naxara,
lugar de peñas. Con los Reyes Católicos comenzó un lento declive, que se
acentuó a partir del siglo XVII.
Visitas.
Monasterio de Santa María la Real, levantado sobre una
iglesia románica del mismo nombre, es obra del siglo XV, en estilo gótico. En
el interior de este soberbio conjunto monumental destacan su claustro de los
Caballeros, siglo XVI, la iglesia gótica con su excelente retablo mayor, y el Panteón
Real. Iglesia de la Santa Cruz, de planta románica. Convento
de las Clarisas de Santa Elena. Museo Municipal.
A
la salida de Nájera se continúa por la N-120 hasta Navarrete.
Es
el principal centro alfarero de La Rioja. Merece visitar el alfar de Antonio
Naharro, a la salida del pueblo.
Visitas.
Lo
más interesante es su Calle Mayor, con varias casonas del
siglo XVIII. Iglesia de la Asunción, con su excelente retablo. Ermita
de Santa María del Buen Suceso.
A
tan solo once kilómetros por la N-120 queda Logroño, punto y final de la ruta.
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