Entre Panes y Potes.
Entre la localidad asturiana de Panes y la localidad cántabra de Potes, se encuentra el espectacular desfiladero de La Hermida que es la entrada natural a Potes y a toda la comarca de Liébana. Conecta la comarca montañosa, una de las más emblemáticas de Cantabria, con la costa occidental.
La N-621es la carretera principal de entrada a Liébana y parte de la costa occidental por Unquera. Discurre junto al río Deva por un estrecho cañón de paredes verticales a lo largo de 19 km. y una profundidad de hasta 600 metros, que merece la pena recorrer para disfrutar de sus hermosas características naturales. A mitad de desfiladero hay un monumento al salmón. El Deva es un río donde destacan los cotos de pesca de trucha y salmón.
La Hermida.
Situada en pleno desfiladero y perteneciente a Peñarrubia se encuentra la localidad de La Hermida que es la más impor-tante del municipio.
Cerca de La Hermida estuvo el monasterio de Osina, en el siglo VIII. Por allí, una carretera tallada en la roca pasa por el valle de Bejes y sube a Andara.
A mitad del Desfiladero está Urdón, de donde parte una senda hacia Tresviso, famoso por su queso picón subiendo en siete kilómetros ochocientos metros.
Por estos lares Alfonso XII cazaba rebecos. Por fin, el Deva puede ensancharse al llegar a Panes y recibir las aguas del conocido Cares, que nace en Asturias.
Aquí he pasado un fin de semana descansando y relajándome en el Hotel Balneario La Hermida.en sus aguas termales. Ha coincidido con el Mercado Artesanal que se ha celebrado el fin de semana del doce y trece de octubre.
Hotel Balneario La Hermida.
Y en esta bellísima localidad se encuentra el Hotel Balneario La Hermida. Su situación geográfica es privilegiada, pues está justo en la entrada al Parque Natural de Picos de Europa. Ha sido rehabilitado y convertido en uno de los Establecimientos Termales de más calidad de todo el Norte de España.
Es un Balneario con historia desde el siglo XVII; y oficialmente declaradas sus aguas como minero medicinales y de utilidad pública a mediados del siglo XIX. Construido a lo largo de 2.000 metros cuadrados, está distribuido en tres espacios terapéuticos bien diferenciados.
Despertarse y asomarse por la ventana para deleitarse con la majestuosidad del paisaje es uno de los muchos privilegios que tienen sus huéspedes.
Cuenta con varias estancias de diferentes tamaños. Desde grandes salones para conferencias y convenciones hasta rincones más acogedores donde poder charlar. Ofrece a sus clientes la posibilidad de saborear los platos de una cocina elaborada, según el régimen elegido. Carnes, pescados, entrantes y postres propios de la zona son algunas de las ofertas culinarias que el Hotel pone a disposición de los huéspedes.
Y tomando como base este lugar hemos partido en varias direcciones para realizar excursiones a las localidades y bellos parajes de sus alrededores.
Río Deva.
En invierno, la nieve se acumula en los impresionantes Picos de Europa y de ese deshielo provienen las primeras aguas del Deva que nos encontramos en el circo de Fuente Dé. La leyenda cuenta que en este nacimiento del río Deva las anjanas bailaban en las noches de luna llena, al son de la música de las aguas y del canto del cárabo.
En el mismo río, bajo el puente que conduce al Balneario, en una zona preparada a tal efecto, se puede disfrutar libremente de las aguas termales que manan a sesenta grados de temperatura.
El Deva continúa a través del Desfiladero de la Hermida donde recorre 20 kilómetros encajonado entre montañas en una zona abundante en salmones, truchas y anguilas. La garganta del Desfiladero de la Hermida, definida por Pérez Galdós como "el esófago de la tierra", es una zona de especial protección para aves como el águila real, el alimoche, el halcón o el buitre leonado.
Potes.
Las aguas del río Deva llegan a la villa de Potes. Se dice que su nombre proviene de sus puentes "Pontes", pero en realidad cuando aún se escribía en latín se le llamaba "Pautes", abundancia o confluencia de aguas. De hecho en Potes se unen el Deva y el Quiviesa, procedente del puerto de San Glorio, que separa Liébana de León.
Presidida por la Torre del Infantado, fortaleza del siglo XIV, es una pequeña y antigua ciudad medieval de calles porticadas, con viejas casas balconadas y se sitúa en el valle de Liébana.
La Puebla Vieja de Potes fue declarada Conjunto Histórico artístico. Es la capital de la comarca de Liébana, rica en historia, que ofrece al visitante rincones únicos, balcones floridos, callecitas detenidas en el tiempo, puentes medievales y antiguas casonas.
Se sitúa en la encrucijada de los cuatro valles, su población no supera los 2.000 habitantes. Goza de una gran actividad durante todo el año. Centro comercial y administrativo de Liébana, sus ferias de ganado semanales que se celebran los lunes, las ferias de año y las tradicionales fiestas de la Cruz, atraen a los vecinos de los pueblos de alrededor. Posee un microclima de tipo mediterráneo que permite diferentes cultivos como la vid, el nogal y el chopo. Clima muy agradable para el visitante a lo largo de todo el año.
Uno de los aspectos más relevantes de Potes es el gastronómico, no se puede dejar de probar el Cocido lebaniego, plato preparado a base de los garbanzos típicos de la zona, cecina o carne, berza y relleno, acompañado por los licores típicos el orujo y el tostadillo. Mi recomendación es tomarlo en Casa Cayo.
La villa cuenta con gran cantidad y variedad de restaurantes y fondas donde disfrutar gran variedad de platos. Carnes como el jabalí y corzo, pescados de río como truchas y salmones, quesos artesanales y postres caseros, como los frisuelos, el arroz con leche y los típicos sequillos de Potes.
Cuenta con un rico patrimonio artístico y arquitectónico. Junto a la torre otros edificios monumentales son el Convento de San Raimundo, la Iglesia de San Vicente, las ermitas de la Virgen del Camino y la Virgen de Valmayor; la Torre Orejón de la Lama, y en general los edificios, casonas y puentes de su casco antiguo.
Monasterio de Santo Toribio de Liébana.
Otro de los lugares a visitar es el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, cercano a la localidad de Potes. Y del cual parte la carretera que conduce hastaél.
Este Monasterio tiene junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz el privilegio de celebrar el Año Santo, otorgado por medio de una bula del papa Julio II, en el año 1512.
Santo Toribio, obispo de Astorga, la trajo de Tierra Santa y se encuentra en el monasterio desde el siglo VIII, siendo trasladado a dicho lugar ante el peligro de la invasión de los árabes. Más de mil años lleva guardándose y venerándose en este lugar. Fue también aquí donde el Beato de Liébana hizo sus "Comentarios al Apocalipsis", códices ilustrados de indudable valor y belleza.
El Año Jubilar Lebaniego se celebra el año en que la festividad de Santo Toribio, el día 16 de Abril, cae en domingo, quedando inaugurado oficialmente cuando, con gran pompa, se abre la Puerta del Perdón del monasterio.
El encuentro ante la Puerta del Perdón y el pasar por ella resulta un momento clave. Es un acto sencillo y expresivo que nos despierta para abrirnos al don del jubileo y rememorando los caminos de antaño, cuando las peregrinaciones a Santo Toribio de Liébana formaban parte de la peregrinación a Santiago.
La primera referencia al monasterio de San Martín de Turieno con la nueva advocación de Santo Toribio en es 1125 y pertenecía al patrimonio real. En 1183 el rey castellano Alfonso VIII lo cedió a los condes don Gómez y doña Emilia, la cual a su muerte lo entregó definitivamente al monasterio burgalés de Oña. Para entonces el cenobio había conseguido un extenso dominio, que abarca heredades no sólo en Liébana sino también en todas las provincias limítrofes.
Las primitivas construcciones que conformarían el monasterio serían sencillas, dentro del estilo prerrománico, quizás el tipo asturiano o mozárabe. En el año 1256 se construye la actual iglesia, con el apoyo económico de los fieles, por medio de indulgencias concedidas para tal fin por el obispo palentino Fernando.
El templo sigue las directrices del gótico monástico de influencia cisterciense, con la claridad de líneas y de espacios y la sobriedad decorativa que caracteriza a la arquitectura de San Bernardo. La planta rectangular proporciona un espacio diáfano y la prismática torre a los pies de la nave central remarca el carácter medieval del conjunto. Han desaparecido construcciones que cerraban el atrio y proporcionaban un aspecto más recoleto al monasterio.
Mirador de Santa Catalina o Bolera de los Moros.
Uno de los lugares más mágicos de Cantabria y estratégico para disfrutar del Desfiladero de la Hermida es el Mirador de Santa Catalina o Bolera de los Moros.
Partiendo de La Hermida, por la carretera CA-282 que conduce a Puentenansa con bastantes curvas y “pindia”, en Cantabria se dice así a las cuestas pronunciadas, hasta el cruce de Cicera donde está el indicador del Mirador a la derecha.
Tras subir una carretera que se adentra en un fantástico bosque de robles y hayas, llegamos a un peñasco alzado sobre el desfiladero, es aquí donde nos daremos cuenta de que todo esfuerzo tiene su recompensa.
Desde la altura de un cortado de más de seiscientos metros las vistas son impresionantes. Si conocemos un poco el terreno podemos ver el desfiladero y algunas localidades encajonadas en el mismo como Potes y La Hermida, incluso la subida a Tresviso.
Los restos que hoy intuimos fueron una torre y un recinto amurallado, de similares características a otros del Siglo. VIII realizados por la monarquía asturiana. No cabe duda que tenía un emplazamiento inmejorable, tanto por la protección del peñasco, como porque desde allí divisaban muchos quilómetros a la redonda, totalmente estratégica para la defensa y consolidación de la comarca en los primeros momentos de expansión cristiana.
A continuación un pequeño reportaje fotográfico.
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