La gastronomía
en Urola Garaia.
Ayer jueves, diecinueve de diciembre, se celebró en el Bar Korta de Zumarraga la presentación del libro Zaporegileak La gastronomía en Urola Garaia editado por ZUM Edizioak y en el que he colaborado con un artículo.
Ayer jueves, diecinueve de diciembre, se celebró en el Bar Korta de Zumarraga la presentación del libro Zaporegileak La gastronomía en Urola Garaia editado por ZUM Edizioak y en el que he colaborado con un artículo.
Este es un libro perteneciente a la colección Urola
Garaia: MENDE BAT IRUDITAN que se buzonea gratuitamente en las localidades
pertenecientes a dicha comarca.
La colección compuesta hasta ahora de trece volúmenes, trata de reflejar
los distintos aspectos de la vida de la Comarca. Estos son los anteriores
títulos editados:
En esta ocasión es el número trece y se trata, como
dice Tere Madinabeitia redactora y entrevistadora de dicho volumen, en su
presentación: En cuarta dimensión. Ojalá existiera el 4D, ese que te permite
percibir los objetos en tres dimensiones y una más, en este caso debería ser el
olfato.
Porque se ha tratado de plasmar el pasado y el presente de la GASTRONOMÍA en la Comarca. Una ciencia, arte, espectáculo, moda o como lo queramos llamar. Según el diccionario de la Real Academia Española es el arte de preparar una buena comida, o la afición a comer regaladamente.
Y según Wikipedia, la palabra Gastronomía proviene del griego y es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno. Gastrónomo es la persona que se encarga de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo, ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.
Por eso en esta ocasión aparecen hosteleros, cocineros, vinateros, carniceros, etc. y se ha bautizado el libro como “Zaporegileak”, creadores de sabores, porque precisamente son eso, creadores y elaboradores de sabores. Como añadido, sirve de homenaje a Ana Aranburu, que se retira de su negocio del bar Iburreta.
Fue Tere quien se puso en contacto conmigo para comentarme si podía colaborar en esta edición de un nuevo volumen. Me comentó de qué se trataba el tema y tras unos días de pensarlo comencé a plasmar en papel mis recuerdos y accedí a ello. Como ya digo en el artículo, he tenido bastantes experiencias relacionadas con este mundo de la gastronomía, en el cual me desenvuelvo, creo, aceptablemente.
Después de una entrevista y estar un rato hablando fue tomando forma y este es el artículo que he escrito para colaborar con ZUM Edizioak, a quien tengo que agradecer el haberme elegido en esta ocasión.
Y éste es el artículo escrito por mi:
Y según Wikipedia, la palabra Gastronomía proviene del griego y es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno. Gastrónomo es la persona que se encarga de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo, ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.
Por eso en esta ocasión aparecen hosteleros, cocineros, vinateros, carniceros, etc. y se ha bautizado el libro como “Zaporegileak”, creadores de sabores, porque precisamente son eso, creadores y elaboradores de sabores. Como añadido, sirve de homenaje a Ana Aranburu, que se retira de su negocio del bar Iburreta.
En mi página web (www.ferminlopetegui.es), me
declaro un aficionado de la gastronomía. Me gusta salsear en la cocina de la
sociedad Auzokoak de Zumarraga de la que soy socio, en casa y en las reuniones
de la cuadrilla Txabolako Lagunak. Pero también me gusta comer, cómo no, y
desde bien pequeño además. Aún tengo bien guardadas en mi memoria aquellas
excursiones domingueras por tierras navarras a las que nos llevaba nuestro
padre Juan, y que generalmente acompañábamos con pequeños banquetes en
restaurantes como el de la Venta Zunbelz, de Lezaun, o la venta Mugiro, entre
Lekunberri e Irurzun. El chorizo asado al fuego de Zunbelz era todo un manjar
que yo mismo, más adelante, presenté e hice degustar a mis propios hijos.
Además, por diversas circunstancias, se puede decir
que yo me crié en el mundo de la hostelería y muy cerca de las cocinas de
muchos restaurantes de Zumarraga y de Urretxu. El primero que recuerdo, por
cercanía supongo, es el Etxeberri, a
donde acudía de chaval a ayudar en todo lo que hacía falta: cuidar las vacas,
recoger la hierba, embotellar sidra, a
echar una mano en la cocina a la señora Gregori... Gregori, la etxekoandre, me tenía asignado un
trabajo especial, que era sacrificar las gallinas, desplumarlas luego e
introducirlas en la cazuela para preparar el consomé. Aquella estupenda
cocinera me dejaba rondar por los pucheros y creo que fue allí donde me picó el
gusanillo de la cocina.
Por otro lado, en
aquella época, mediada la década de los 60, tuve la ocasión de conocer muchas
otras cocinas, ya que acompañaba a mi padre en el reparto de vinos y licores por los dos
pueblos. Mi padre trabajaba de noche en Orbegozo, era camionero; pero de día
trabajaba como repartidor para Félix Mendía, que tenía el almacén en la antigua
Plaza Navarra de Zumárraga.
Entonces se traía vino tinto a granel, y la marca CUNE, por ejemplo, se embotellaba en
el almacén para distribuirlo a bares y restaurantes en botellas. Los licores
como el brandy y el anís, por su parte, se traía en barricas de madera el
primero y metal el otro
Luego se distribuían en garrafones. Los primeros repartos se hacían con un pequeño carro y mi padre solía llevarme dentro. Luego Mendía compró una furgoneta y el reparto empezó a hacerse también fuera del pueblo, desde Eibar hasta Zumaia.
Luego se distribuían en garrafones. Los primeros repartos se hacían con un pequeño carro y mi padre solía llevarme dentro. Luego Mendía compró una furgoneta y el reparto empezó a hacerse también fuera del pueblo, desde Eibar hasta Zumaia.
Pacorro. Algunos clientes en el bar Pacorro de Zumarraga, donde se apuntaban
los resultados deportivos en una pizarra.
©Archivo de Fermín
Lopetegui.
El bar Sagaspe.
Aparte de mi padre, parte de mi familia
también trabajaba entonces en el mundo de la hostelería, y mis hermanas Miren y
Lupe fueron camareras en los restaurantes Unanue e Iburreta y también
trabajaron en Irurtzun, en la venta de nuestros tíos, y en Donostia y en
Pamplona. Por eso mis padres decidieron un día arrendar el bar-restaurante
Sagaspe de Zumarraga para que vinieran a trabajar a casa.
Era el año 1970 o 1971. El bar Sagaspe
pertenecía a la familia Zaldua del caserío Sagaspe y estaba al lado del paso de
las vías del tren cerca de la estación de Renfe. Mi madre Sinfo, que era muy
buena cocinera, se puso al mando de la cocina y con mis hermanas en el comedor
y mi hermano, mi padre y yo mismo en el mostrador, llevamos este negocio
durante cuatro años.
Fueron unos años de mucho trabajo, porque al
estar cerca de la portería de Orbegozo y de la estación de tren, en el Sagaspe
había mucho movimiento. Tenía un comedor muy grande, con cabida para más de 60
personas, y había días en los que se daban hasta tres turnos de comidas. En
aquellos tiempos lo habitual era que el menú fuera fijo, pero en nuestro
restaurante, por influencia de mis hermanas que habían trabajado fuera, se
empezó a dar un menú del día parecido a los que se dan ahora, con varios platos
a elegir de primero y segundo. Siempre había sopa, para empezar, y luego para
elegir potaje, paella o macarrones y de segundo casi siempre carne, aunque mi
madre preparaba muy bien el bacalao al ajo arriero, los chipirones y sus callos tenían también muy buena fama.
Los que iban a comer eran mayormente chóferes
que venían a cargar a Orbegozo, aunque durante un tiempo tuvimos como clientes
también a los trabajadores de Renfe que estuvieron renovando la electrificación
entre Alsásua y Zumarraga. Estos, en lugar de venir al Sagaspe, venían por la
mañana con el Land Rover y se llevaban la comida para comer cerca del trabajo.
Algunos de ellos, además, se alojaban en las habitaciones de la casa.
El Sagaspe estaba abierto de 5 de la mañana a
12 de la noche, y todos echábamos una mano porque casi siempre estaba lleno. Yo
entonces había empezado a trabajar en Rile (39 años más tarde me jubilé en Riza
que era la empresa que entonces estaba al lado), y ayudaba en el mostrador o en
el comedor cuando iba a comer, igual que mi hermano, o por las tardes y las
noches. También ayudábamos cuando se celebraban acontecimientos especiales,
como bodas, con cerca de 100 comensales alguna vez, o quintadas.
Durante los 4
años que tuvo este negocio nuestra familia, las cenas de los quintos se
hicieron allí.
Cuando nosotros dejamos el Sagaspe, en el año
1974, este bar-restaurante siguió con la misma marcha un tiempo más.
Sagaspe. En el Sagaspe después de la última quintada
que se sirvió en 1975. De pie: Sinfo Loinaz, Patro Ruiz, Inma Lopetegui,
Elorza, guitarra y José Saez cantante de Los Bries, Enar Ruiz y Lupe Lopetegui.
Agachados: Txomin Lopetegui, Conchi Delgado, Nekane Iparraguirre y Miren
Lopetegui.
©Archivo de Fermín
Lopetegui.
Mus en el Sagaspe y en el Txiki.
Entrega de premios a los campeones de mus de 1972
del Sagaspe: Juan Lopetegui, el padre de Fermín, en
medio de los dos ganadores.
Abajo, entrega de premios en el bar Txiki.
©Archivo de Fermín Lopetegui.
Pero no era el nuestro el único bar-restaurante
de Zumarraga que tenía movimiento. En aquella época, los años 70, entre los
jóvenes, y no digamos mayores, había costumbre de salir a cenar fuera los
sábados y los restaurantes solían estar bastante llenos. Además, el poteo era
sagrado todas las tardes y también los sábados y domingos al mediodía, y muchas
veces se acompañaba de alguna cazuelita o de algún pintxo, que había en casi
todos los bares.
A continuación me atrevo a realizar un recorrido por aquellos establecimientos que yo recuerdo, con el riesgo de dejar alguno en el tintero. La mayoría ya cerró sus puertas.
Otros bares restaurantes del pueblo que ya han desaparecido estaban en la antigua Elizkale, como el Goialde y el Eusebio de la familia Ormazabal. Ya en Eitza, además del Korta de toda la vida que todavía sigue funcionando hoy, estaba el Txomin en el edificio de Vitoriano Tellería que en los últimos años estuvo regentado por Anselmo Portillo y cuya especialidad era la parrilla, lo mismo de pescado que de carne.
Y si pasamos al barrio San Isidro, de allí recuerdo el jamón y el chorizo del bar Garrido, así como las sardinas que preparaba en el bar Iñaki Javier Zumarraga. Muy cerca y más adelante, en el edificio de al lado del paso sobre la carretera donde los semáforos, estaba el bar Pasaje, donde también se comía muy bien. Y un poco más alejado, pero en la misma zona, se encontraba y se encuentra el bar-restaurante Aranzazu, cuyas tortillas de patata se hicieron muy famosas.
No hay que olvidar en Zumarraga el barrio de La Antigua, donde el Elizalde se hizo popular para las afari-meriendas con platos de callos y huevos con chorizo entre otros. En la Casa de la Serora, Paula Zabalo, la madre de Toribio, también daba de comer, sobre todo pintxos de chorizo y de tortilla de patata.
Y los de Urretxu.
Reunión de hosteleros.
Reunión anual de los hosteleros de Urretxu y Zumarraga.
©Archivo de Ana Aranburu.
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Autor del blog Fermín A. Lopetegui Loinaz.
Muchas gracias por este artículo Fermín. Un placer haber podido colaborar contigo.
ResponderEliminarJosema Azpeitia