sábado, 5 de enero de 2013

Sociedades Populares

Sociedades Populares.

Voy a intentar hacer una resumida exposición de cómo nacieron las Sociedades Populares.
En Donostia hacia el año 1870 existían  cerca de cien tabernas y a instancias del vecindario, el Ayuntamiento marcó unas normativas rígidas por sobre el horario de cierre de las mismas.

Nacimiento.
Esta situación provoca y acelera el nacimiento de las Sociedades Populares. Las ventajas que se encuentran en las mismas son varias: el grupo que se junta es seleccionado y tiene afinidades comunes; no hay propietario, lo son todos los socios, que pongan mala cara cuando no se consume en toda la tarde como ocurre en la taberna o la sidrería; las consumiciones, al no haber beneficio, son mas económicas; no hay aglomeraciones ni control horario como para el público. Además se pueden desarrollar aficiones comunes a otros socios como deportivas, benéficas, culturales o de carácter recreativo.
Los alicientes y ventajas que se describen anteriormente son hoy en día vigentes. El objetivo hoy en día puede ser desde crear una Tamborrada, un Colegio Profesional, participar en Carnavales, mantener una cultura propia, o incidir en la realidad político social. Estos fines se solapan y complementan con otros de muy diversas facturas pero basados en un ideal de convivencia y encuentro, alrededor siempre de la gastronomía. Para la mayoría éste es el único objetivo. Mezclados por edades y profesiones, sin barreras que impidan la libre comunicación, en la Sociedad se desarrolla una terapia de grupo que alivia de las tensiones de cada día.

Expansión por Guipúzcoa.
Las Sociedades Populares surgen y crecen en Donosita. De la Parte Vieja se extienden a otros barrios y ya en la década de 1920, cincuenta años después de la fundación de la Unión Artesana, el fenómeno comienza a aparecer en otras poblaciones de Guipúzcoa. En 1922 nace Irun´go Atzegina, y luego la explosión en Tolosa Gure Kaiola (1927), Gure Txokoa y Tximparta (1930), Kabi Alai y Veleta 1934) Arco Iris, Kabila, etc. Los Carnavales tienen que ver en el fenómeno, como la Tamborrada lo tuvo con los donostiarras. Durante este tiempo solo nacen dos Sociedades en el resto de Guipúzcoa: Txantxiku Txoko (1927) en Oñate y Beloki (1929) en Zumarraga.
Finalizada la guerra civil se produce la extensión a todo el territorio. De forma regular, cada año se inscriben al menos cinco nuevas Sociedades y en alguno se alcanzan cifras muy altas como las once en 1948 o las diez de 1952. entre 1973 y 1980 se produce una auténtica explosión. Aparecen 175 Sociedades Populares nuevas, lo que hace una media de veintidós por año. Prácticamente todas se regulan por estatutos similares a las donostiarras.
El fenómeno de las Sociedades Populares nace y se desarrolla en Donostia, y desde aquí se extiende, primero por Guipúzcoa y luego por todo Euskal Herria. En 1936, existían 30 Sociedades en la capital y solo 13 en el resto de Guipúzcoa. Actualmente, las cifras son de 119 y 638 respectivamente.

Características de las Sociedades.

La característica básica y fundamental de las Sociedades es ofrecer a sus asociados recreo y descanso en base a la gastronomía. Para ello el local dispone de unas instalaciones cada vez más confortables y, como piezas fundamentales, de una cocina y bodegas utilizadas libremente por los socios.
Ambas cuidadosamente mantenidas de forma que cualquier socio pueda preparar para su cuadrilla la cena semanal. O prepararse el mismo la merienda antes de la partida de cartas. La Sociedad gastronómica fue el primer self service del mundo.
Cualquier socio puede retirar de las baldas y armarios cuanto precise para cocinar: perolas, sartenes, cubertería y vajilla, aceite, sal, sidra y toda clase de vinos y licores. Lógicamente, los artículos perecederos: carne, pescado o verduras, los habrá adquirido previamente en el mercado.
Cuidadosamente, sin prisas, irá limpiando los txipirones, pelando patatas. En la sartén con fuego suave, se dora el ajo. Con mano experta removerá la salsa, para que espese, evitando el fácil recurso de la harina. En otro puchero hierve la sopa de pescado, mientras sazona una ensalada en un cuenco.
 A la mesa le esperan los amigos que llegaron a la hora exacta y ahora comienzan a servirse alabando la madurez de los tomates, el punto justo de la sopa y la frescura de la merluza, piropos que el cocinero agradece aparentando una falsa modestia, y que le compensan del largo tiempo pasado ante el fogón.
Acabada la cena, el socio anotará en la lista todos aquellos productos que ha tomado de la despensa y la bodega. Hará las cuentas y señalará el importe correspondiente a cada uno de los comensales. Retirará lo que él abonó en el mercado y el resto será depositado, junto a la lista de precios y los consumos, en un buzón colocado para este fin.
Así pues quedan descritas las características de una Sociedad, que son éstas:
a)     la existencia de una cocina y bodega;
b)     el autoservicio de los socios;
c)      quien cocina lo hace de forma gratuita;
d)     el abono de las materias utilizadas se hace sin otro control que la conciencia del socio.
Otra muestra de la confianza recíproca entre los socios es la llave. Cualquier socio tiene derecho a poseer la llave de la Sociedad, de forma que puede acceder a ella cuando le apetezca, sin limitación de horarios. Como el sistema se basa en la mutua confianza, es lógico que la entrada de nuevos socios se controle rigurosamente. Deberán ser presentados por otros socios que los avalen, funcionando además el derecho a veto por el que puede impedirse la entrada de cualquier aspirante.
La mayoría de las Sociedades tienen cubierto su cupo de socios. Los aspirantes forman las listas de espera. Cada Sociedad establece sus normas de entrada, generalmente basadas en la fecha de solicitud. Algunas admiten socios eventuales, que lo son a todos los efectos, salvo la posesión de la llave. En otras, cuando la baja es por defunción se da preferencia al hijo del fallecido. Existen también socios honorarios, que lo son en virtud de las méritos especiales con la Sociedad. La situación de los jubilados es varia, desde la exención total de las cuotas, una reducción de las mismas o su abono total.


Los rasgos que caracterizan a nuestras Sociedades, como entes vivos que son, evolucionan al compás de la colectividad en la que están inmersas. En los últimos años han surgido sociedades gastronómicas en el seno de asociaciones profesionales y deportivas que cuentan con un número muy elevado de socios, como en Goierri en Urretxu y Galeperra en Zumarraga, en las que no es posible aplicar normas como una llave para cada socio o libre disposición de la bodega. Son también distintos los métodos empleados para reserva de plaza y abono de consumos. Un tópico común a las Sociedades es su carácter democrático, en el sentido de que en ellas alternan cualquier tipo de personas sin distinción de clases sociales o profesión. Lógicamente, la práctica agrupaba a los socios, en las mesas, por afinidades y cuadrillas. El fenómeno de la Sociedad Popular contribuyó de forma decisiva a la democratización de la sociedad, difuminando las barreras de clase.
Una característica de las Sociedades en su inicio era el rechazo a la presencia de las mujeres, y es aquí donde se han producido los mayores cambios. Muchas razones se han dado para explicar un comportamiento excluyente con las mujeres pero ninguna convincente. La norma tradicional que prohibía la entrada de las mujeres en las Sociedades se ha ido quebrando poco a poco y la incorporación plena de las mismas es un hecho real en algunas de ellas.


 
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(Copia resumen del artículo de Rafael Aguirre Franco publicado en el libro nº 11 de la colección UROLA GARAIA, Mende bat iruditan, de diciembre de 2011.)
NOTA: De las imágenes no marcadas, unas pertenecen al mismo libro y otras bajadas de Internet.

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