lunes, 8 de octubre de 2012

Isla de Ons. (Galicia).

Isla de Ons. (Galicia).

La maravillosa Isla de Ons pertenece al concello de Bueu en Pontevedra (Galicia). Se encuentra a la entrada de la Ría haciendo de parapeto o defensa natural de la misma. Es visita de culto por su singular belleza, sus hermosas playas y su abrupto paisaje. La parte más occidental de la isla, abierta al Océano Atlántico, ofrece al visitante espectaculares acantilados. Es la principal isla del archipiélago de las Ons, que conforma junto a la vecina Onzeta u Onza y otros pequeños islotes parte  del Parque Natural de las Islas Atlánticas
Administrativamente pertenece al municipio de Bueu, debido a motivos sociales y no de proximidad geográfica, ya que los antiguos colonos isleños procedían de la comarca del Morrazo y, más concretamente, del municipio de Bueu, especialmente de la parroquia de Beluso, donde reside todavía un importante contingente de isleños retornados a tierra firme.
El municipio de Sanxenxo tuvo pretensiones sobre la isla basándose en motivos geográficos. De hecho, tras la creación de los municipios modernos en el siglo XIX, la isla fue adscrita primeramente a este municipio. Hoy día es una parroquia del ayuntamiento de Bueu.
La isla es citada ya desde Plinio el Viejo, quien la conoce como Aunios. Su poblamiento es antiguo. Han aparecen útiles líticos desde el paleolítico, conservados en el Museo Provincial de Pontevedra, y también restos calcolíticos y de la edad de los metales. Posteriormente se documenta como Aones, denominación de la que deriva Ons. Es un topónimo paleoeuropeo, de valor hidronímico, como la mayoría de los de ese estrato.
De la cultura castreña nos quedan los restos de los dos castros de la isla, situado en el Alto da Altura al sur de la isla, en la aldea de Canexol. A pesar de que se encuentra sin excavar, todavía se ven en la montaña los restos de las construcciones defensivas. Este castro fue romanizado entorno al siglo I, si bien los restos romanos son escasos. Otro castro más pequeño se sitúa en la parte norte de la isla cerca del mar, en el paraje denominado A Cova da Loba.
En la edad media a pesar de no haber constancia documental ni restos físicos de ningún monasterio, debió de existir alguna comunidad de monjes eremitas, como fue habitual en otras islas gallegas, incluso mucho más pequeñas, lo como demuestra la toponimia y el sarcófago antropomorfo conocido como Laxe do Crego, Lastra del Clérigo.
Hasta el año 899 fue propiedad de los reyes de Galicia, cuando es donada al arzobispo de Santiago de Compostela. Así, perteneció a la Iglesia hasta que en el siglo XVI le es donada a la familia de los Montenegro. En el siglo XIX pasa a manos del marquesado de Valladares quien se la vende a Manuel Riobó, miembro de la burguesía y afín a la República, en el año 1929. Después de la Guerra Civil, en el año 1943, es expropiada por parte del gobierno surgido de la misma. En 1982 fue transferida a la Junta de Galicia y los herederos de Riobó fueron indemnizados por la expropiación, después de acudir a tribunales.
La isla tiene 5,6 km. de largo, hay fuentes que señalan 4,9 km y otras más de 7, por 1,3 de anchura máxima y 414 ha de superficie. Se extiende de norte a sur, en posición perpendicular a la ría de Pontevedra. La costa acusa un acentuado contraste entre su ribera oriental y la occidental, abierta al mar; ésta es recortadísima, con dos grandes ensenadas. La de Bastián de Val al norte y la de Canibeliñas al sur con destacados salientes prolijos en islotes y otras pequeñas radas; es además un litoral enteramente acantilado en el que se abren numerosas cuevas realizadas por la acción del mar. La costa oriental es rectilínea y relativamente baja, donde se abren las playas de la isla y es donde instaló la población.
La máxima elevación se sitúa en el Alto do Cucorno, que es un vértice geodésico, justo en donde se sitúa el faro. Entre los oteros se abren pequeños valles que a menudo coinciden con las ensenadas que penetran en su costa occidental, confiriéndole el peculiar perfil de la isla. Carece de corrientes de agua continuas, pero a pesar de ello es abundante en riachuelos estacionales, en fuentes y en acuíferos. Esta abundancia de agua dulce fue uno de los motivos que permitieron el establecimiento de población estable. Están catalogadas un total de 9 fuentes y 7 manantiales; todas las aldeas que se esparcen por la isla cuentan al menos con una fuente de agua potable.
El clima de Ons, como el de las Cíes, acusa una cierta diferencia con el resto de las Rías Bajas, al ser más seco, más soleado y más ventoso. Sin embargo, las precipitaciones medias anuales de la isla siguen siendo relativamente elevadas. La temperatura media es de 14,6 °C. Su clima se suele calificar como mediterráneo sub-húmedo con fuerte tendencia atlántica.
El archipiélago, así como sus aguas circundantes, está protegido e incluido dentro del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia. Es por lo tanto un ecosistema marítimo-terrestre cuyos principales valores son el albergar una importante colonia de aves marinas y de poseer unos fondos marinos de gran biodiversidad. El afloramiento de las corrientes frías frente a las costas de las Rías Bajas hacen que sus aguas sean muy ricas en nutrientes y oxígeno proporcionando las características principales a la riqueza biológica del entorno.
En la isla habitan gaviotas patiamarillas. También es importante la colonia de cormoranes moñudos, que tienen sus puntos de cría en los acantilados de Ons. Abundan también otras aves de acantilado como la chova piquirroja y el vencejo real. La gaviota sombría es hoy rara en las Ons, quedando solamente un par de parejas nidificantes, según parece debido a que sus huevos eran hasta hace poco consumidos por los marineros, que apreciaban su sabor a pescado; se está investigando si puede que hayan hibridado con la gaviota patiamarilla.
Merece especial atención el arao común conocido en la isla como gallo de los peñascos. Esta ave abundaba antaño en el archipiélago pero hoy en día está extinguido tanto en las Cíes como en Ons. Esto es debido a ser una especie sumamente sensible: no soporta ser molestada o asustada durante la cría, por lo que suele abandonar muy a menudo a sus polluelos; su puesta es de un sólo huevo no renovable si se daña; sus huevos son depredados por otras aves, especialmente por las gaviotas que tanto abundan en Ons; y son también hipersensibles a la contaminación marina. El arao pasó de ser una de las aves más típicas de la isla de Ons a extinguirse en un brevísimo espacio de tiempo.
Los mamíferos terrestres son escasos. Destacan las musarañas comunes y las nutrias. Otros mamíferos son invasivos y llegaron a la isla a nado o en algún barco, como las ratas y los conejos, que llegaron a ser una verdadera plaga con depredadores especializados como el zorro, los diferentes tipos de mustélidos o incluso las aves rapaces. Existe también algún ejemplar de ciervo en libertad, soltados hace algunas décadas seguramente con fines cinegéticos. Increíblemente, en 1993 apareció un jabalí y se organizó una batida para eliminarlo y evitar las desastrosas consecuencias que podría tener en el ecosistema isleño.

El mamífero marino más abundante con diferencia en las aguas de la isla de Ons es el delfín común siendo también relativamente frecuentes los avistamientos de arroaces y los cachalotes. No es raro tampoco el avistamiento de algún rorcual común y, en menor medida, otros cetáceos. A veces se acercan a sus aguas algunos ejemplares de tortuga laúd y tortuga boba, pero son cada vez más raros.
Antaño la isla estaba cubierta de una masa arbórea autóctona formada por rebollos que era el árbol más típico de los archipiélagos de Ons y de Cíes. Hoy la isla está casi por completo deforestada y quedan escasos ejemplares de ese árbol, conocido en la isla como cerquiño. La mayor parte de Ons está cubierto de matorral: tojos, brezos, helechos, hiniestas, espinos albares y endrino reduciéndose la vegetación arbórea a los sauces y alisos de los regatos y fuentes y a algún ejemplar de pino, eucalipto y roble melojo. Como en otras partes de las Rías Bajas, el alcornoque debió de abundar en la isla, a juzgar por los numerosos topónimos que hacen referencia a ese árbol. La retama Cytisus insularis es exclusiva de la isla.
La mítica camariña, muy abundante en el pasado y hoy extinta de la isla de Ons, parece ser debido a la actuación sobre el hábitat dunar en el que viven, y por haberse usado en el pasado para la fabricación de escobas y el consumo de sus bayas refrescantes, que apaciguaban la sed del marinero y se usaban también para remedios caseros.
En el año 2010 habitaban la isla permanentemente 78 personas, observándose un enorme descenso en la población con respecto a mediados del siglo XX, cuando llegó a estar habitada por 530 personas. Pero los datos actuales suponen también una cierta recuperación si los comparamos con los de 1986 en que la isla contaba tan sólo con 16 habitantes. Las causas de esta sangría demográfica hay que buscarlas en el propio aislamiento del enclave y las consecuentes dificultades de comunicación con el continente, la falta de servicios médicos y sanitarios, dificultad de conseguir permisos para la construcción de nuevas casas a lo que hay que unirse la imposibilidad de convertirse en propietarios, la falta de energía, a pesar de la instalación de un generador electrógeno que funcionaba solamente unas pocas horas al día, etc.
La población de la isla se distribuye por el lado oriental de la misma, desde las laderas de los páramos hasta la costa. Se distribuye en 9 aldeas, que estadística y oficialmente están agrupadas en un único núcleo de población denominado genéricamente Ons.
Es en verano cuando la mayoría de los isleños que emigraron al continente regresan a la isla para pasar la temporada estival en sus casas de la isla de Ons; muchos incluso regresan ya en primavera. Se puede afirmar, por lo tanto, que la isla posee mayoritariamente un poblamiento estacional, siendo muy bajo el número de vecinos que permanecen en ella todo el año. La población de Ons sobrepasa el medio millar durante el verano, y a esto tenemos que sumarle los cientos de visitantes diarios de la isla y los campistas que en ella pernoctan.
Los habitantes de la isla nunca fueron propietarios de sus tierras que mantuvieron en régimen de alquiler. En la actualidad reclaman el derecho a la propiedad de las casas que ellos y sus antepasados construyeron. Por su parte la Junta continúa con un dilatado estudio jurídico para poder poner fin a esta situación anacrónica, aunque se les ha asegurado la ocupación de esas propiedades por un período de 99 años.
La pesca ha sido la actividad principal de los habitantes de la isla. Las embarcaciones tradicionales en que se realizaba son la dorna y la gamela. La dorna es una pequeña embarcación de madera de proa alta y curva y quilla profunda. Puede portar vela aunque habitualmente es movida a remos. La gamela es más plana, con el fondo y popa recta que hacen que se use más en el interior de la ría. Junto a las embarcaciones se usan diferentes artes de pesca como el palangre, un cabo con varios anzuelos que se extiende en la mar, y las nasas, trampas en forma de jaula donde se pone un cebo y entran las presas sin poder salir, para la pesca de pulpo, nécora y otros mariscos.
Mientras que la pesca proporcionaba las ganancias dinerarias al ser vendida en las lonjas de Bueu o Cangas la agricultura complementaba la alimentación de las familias. En la isla había numerosos campos de cultivo que proporcionaban, principalmente, maíz, patata, centeno, habas y trigo. Se trabajaban los campos después de venir de pescar. La ganadería completaba los ingresos familiares.
Hay multitud de creencias y leyendas en la isla. Muchas de ellas están entroncadas con las creencias populares gallegas como la Santa Compaña. En la isla de Ons la Santa Compaña entra por la Punta Centollo proveniente de Noalla en Sanxenxo, deja el aviso y desaparece en el cementerio.
El Buraco do Inferno es la entrada del infierno y por ello es habitual oír los lamentos de las almas de los que sufren tormento en el Fuego Eterno por sus pecados. Los lamentos son audibles en tiempo de tempestad cuando la mar penetra por la furna de esta cavidad. Dicen que un toro de cuernos de oro protege esta entrada al mundo de los muertos.
En Ons se da el mal de ojo y para ello hay que meter un trozo de ropa de la persona a la que se quiere dañar en la boca de un sapo. Para conjurarlo hay que ir a la playa y hacer 18 bolas de algas dejando 9 a la derecha y otras nueve a la izquierda. Hay que tirar las de la derecha al mar recitando:
Ondas do mar sagrado / Tirame o aire de morto, / de vivo ou escomulgado. Luego se dejan secar en casa las otras nueve y después se tiran al mar.

Desde hace unos 25 años la isla de Ons vivió un fuerte auge turístico, al abrirse líneas regulares de barcos en temporada de verano. Pero al no contar con establecimientos hoteleros, salvo un camping, la mayoría de los visitantes permanecen en la isla tan sólo un día. Se calcula que durante el año la isla de Ons recibe en torno a los 60.000 visitantes. Los viajes son cómodos y frecuentes, partiendo los barcos desde los puertos de Bueu, Sanxenxo, Portonovo, Marín y Aldán.
En la isla se suelen seguir varias rutas establecidas, siendo muy visitados el faro, la inmensa sima del Burato do Inferno, los miradores de Fedorento y O Centolo y los restaurantes del entorno del muelle, así como sus playas. Ons posee, en el núcleo de O Curro, varios restaurantes, todos regentados por isleños y muy reputados por su tradicional gastronomía. En verano la gente alojada en el camping suele bajar al pueblo a tomarse unas copas, por lo que hay cierta "movida" hasta bien entrada la noche.
El faro de la isla es uno de los de mayor alcance de España y también uno de los más grandes. Se sitúa en la parte más alta de la isla, en la aldea y monte de O Cucorno. Se encendió por primera vez el 3 de abril de 1865 y en 1932 se revistió exteriormente con azulejos. Junto a los de Sálvora y Sisargas, fue de los últimos faros de petróleo a presión que existieron. En 1990 su alimentación se reconvirtió  a energía fotovoltáica. Es obra del arquitecto Rafael de la Cerda, quien construyó otro gemelo en la isla de A Rúa en la ría de Arosa.
Aparte de los paisajes casi vírgenes de la isla y su gastronomía, uno de los motivos fundamentales por los que el turista se acerca a la isla son sus cinco playas, que se concentran en la fachada oriental de la isla.
El pulpo es quizás lo que ha hecho más conocida a la isla de Ons. Se capturaba hasta hace poco con métodos tradicionales, pero se modernizó su pesca y las capturas son más rentables. Se consume al estilo isleño, que es en caldeirada, es decir, cocido con patatas y regado con una salsa de pimentón, aceite, ajo y cebolla. También se toma a feira, pero aquí se suele acompañar con cachelos, es decir, trozos grandes de patata cocida.


Ahora el reportaje fotográfico.
Pulsando sobre la imagen, aumenta de tamaño.


































































De vuelta a Bueu.











Nota: Las imágenes son propiedad del autor del blogg, excepto la primera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario