viernes, 14 de diciembre de 2012

Granada(y 2).

Granada(y 2).

..........Los Reyes Católicos aprovecharon estos hechos para declarar nulas las Capitulaciones y ordenar una primera expulsión de moriscos y la reclusión de los restantes en un "gueto" situado en Bib-Rambla.
Todos los viajeros y eruditos que visitaron Granada en el paso de siglo del XV al XVI, mostraron admiración por sus edificios, especialmente los reyes Juana la Loca y Carlos V, quienes invirtieron grandes sumas en el mantenimiento y arreglo de la Alhambra y de otros edificios de interés, lo que facilitó la pervivencia de esta arquitectura. Pero ello no obstó para que, desde un primer momento, se desarrollara una política urbanística de afirmación del nuevo poder, levantando edificios de gran relevancia en los espacios más representativos de la ciudad musulmana: La Capilla Real en la que se depositaron los cuerpos de los reyes Isabel y Fernando, en 1521; El Hospital Real, la Catedral, el Palacio de Carlos V en plena Alhambra, la Chancillería, etc.
Su carácter claramente musulmán generó pronto una animadversión hacia su aspecto urbano, comenzando las autoridades castellanas a considerarse en la obligación de transformarlo para resolver los supuestos problemas derivados de esa situación. Así, Felipe II llegó a calificar en numerosas ocasiones como peligroso al Albaicín y dio instrucciones en ese sentido al corregidor local. Este afán por extirpar el islam de la nueva ciudad, llevó a ir demoliendo las principales mezquitas: Ibn Gimara, la de la Antequeruela, la de la Alhambra... o transformándolas en iglesias cristianas. A la vez, se produjo una castellanización de la trama urbana, ensanchando calles, eliminando cementerios y fundando conventos. Se abren o reforman, a la vez, grandes plazas: Bib-Rambla, Campo del Príncipe , Plaza Nueva , antigua Hatabin,... Bernard Vincent indica que, en el XVI, Granada era una ciudad en obras conforme a un vasto programa de cambio, impulsado desde la monarquía de los Austrias.
Inicialmente, el Albaicín quedó fuera de esta política de transformación, pero como consecuencia de la sublevación de los moriscos en 1568 la población del mismo fue expulsada masivamente y con ello se produjo el abandono de viviendas, comercios y otros edificios con lo que el barrio entró en un acelerado proceso de ruina agravado por la rapiña de las tropas y las fuertes tormentas de 1580, que lo hizo pasar de los 30 000 habitantes de 1560 a los apenas 5000 censados en 1620. Fue, precisamente en el siglo XVII cuando el Albaicín adquirió la imagen tradicional que ha perdurado hasta hoy, con cármenes, huertas y hábitat poco denso.
Tras esta época de grandes cambios, la ciudad no sufrió modificaciones importantes en su imagen y estructura desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XIX. Ello se explica por el fuerte declive que sufrió en la primera mitad de este periodo, tanto económica como socialmente, incapaz de resarcirse de la pérdida que supuso la castellanización, que afectó a actividades como la seda o los cultivos de regadío y la expulsión de los moriscos, además de una larga serie de catástrofes naturales y epidemias, especialmente de tifus. A lo largo del siglo XVII se originaron una serie de algaradas y motines de subsistencia debido a su mala situación económica, siendo los más graves los de 1648.
La llegada del siglo XIX encontró una ciudad sacralizada, conventual y burocrática, sede de la Real Chancillería, con Universidad y un amplio estamento militar, lo que suponía la estancia temporal de numerosas personas, potenciando el sector servicios, el comercio y la artesanía. Además, la productividad agrícola de su vega la había convertido en una de las ciudades con renta más alta de España. De hecho Granada era entonces la tercera capital en votos a las Cortes. El clero, especialmente el regular, tenía un gran peso económico en la ciudad por sus grandes posesiones y por sus actividades que incluían la regencia de varias hospederías. A finales del siglo XVIII se había producido un gran desarrollo de las industrias complementarias de los cultivos que produjo un fuerte crecimiento económico.
El 28 de enero de 1810 las tropas francesas con el general Sebastiani al frente ocuparon Granada, permaneciendo en ella hasta el 16 de septiembre de 1812. Este breve período supuso una grave carga económica, debido a las innumerables obras de fortificación que Sebastiani, primero, y Leval, después, hicieron en los alrededores de la Alhambra y el Castillo de Santa Elena. Antes de abandonar la ciudad, destruyeron varias torres de las murallas de la Alhambra y otros edificios que tenían uso militar.
A partir del reinado de Isabel II el objetivo de las instituciones fue la modernización de la ciudad, la mejora de sus condiciones de salubridad y la renovación del caserío. El inesperado auge económico que en las últimas décadas del siglo XIX supusieron las azucareras de remolacha, con la incorporación de Granada a la red de ferrocarriles, facilitaron esta labor impulsando el comercio y abriendo nuevas calles. Así, Granada adquirió una imagen burguesa y modernizada, aunque a costa de mermar su patrimonio. El profesor Gaya Nuño, dijo que Granada era una de las dos ciudades de España que más pérdidas había sufrido en su patrimonio histórico, junto con la ciudad de Zaragoza.
El Patio de los Leones es obra de uno de los sultanes más reconocidos de la dinastía nazarí. Bajo el gobierno de Muhammad V el arte hispano árabe alcanzó su éxtasis. Si el palacio de Comares representó un hito en la historia del arte andalusí, el patio de los Leones significó su periodo barroco, momento tras el cual entró en decadencia y acabó por desaparecer para siempre tras la conquista del reino de Granada en 1492. En el patio y en las salas que lo rodean, los alarifes granadinos agotaron todas sus artes decorativas.
Los arquitectos rompieron con premeditación la rigidez y la severidad y edificaron por orden de su señor un palacio de ensueño, inspirado en los palmerales de los oasis, con alegorías constantes a la naturaleza y un renovado aliento a las formas clásicas impresas en el resto de edificios de la Alhambra. La fuente está compuesta de una taza central apoyada en doce leones surtidores de agua realizados en mármol blanco. En el borde de la fuente existe una inscripción poética de Ibn Zamrak en elogio de Muhammad V, sultán bajo cuyo reinado se construyó este palacio. Tras diez años de restauración y descansar en el museo se puede ahora contemplar en su ubicación original.
A continuación la segunda  parte del reportaje fotográfico.
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