Muxía y Virgen de la Barca.
Muxía es un municipio situado en la Costa da Morte de la provincia de La Coruña, Galicia. El punto más occidental de España está en este municipio, concretamente en el Cabo Touriñán. Pertenece a la comarca de Finisterre. Su nombre en castellano Mugía, es en gallego y oficialmente desde 1985, Muxía.
Fue uno de los municipios mas afectados por el desastre del Prestige que se produjo cuando un buque petrolero monocasco resultó accidentado el 13 de noviembre de 2002, mientras transitaba cargado con 77.000 toneladas de petróleo, frente a la Costa da Morte y tras varios días de maniobra para su alejamiento de la costa, acabó hundido a unos 250 km de la misma. La marea negra provocada por el vertido res causó una de las catástrofes medioambientales más grandes de la historia de la navegación, tanto por la cantidad de contaminantes como por la extensión afectada, una zona comprendida desde el norte de Portugal hasta las Landas de Francia.
Resulta difícil, por la ausencia de documentación y vestigios históricos, saber cómo y cuando se fundó la villa. Su origen está seguramente vinculado a tres factores: El Monasterio de San Xiao de Moraime, que ejerció una gran influencia durante toda la Edad Media sobre las tierras de sus alrededores; el Santuario de la Virxe da Barca, la historia de este santuario transcurre pareja a la historia de Muxía, y por último el Conde de Altamira, de quien uno de sus hombres más próximos, el Capitán Fernán Álvarez de Carantoña, poseía un palacio en la villa situado en el lugar de la Pena do Pazo.
En el año 1313 el genovés Pedro Vesconte lo describe en Portulano. En torno al año 1345 Muxía recibe el estatuto de villa. López Ferreiro hace referencia a la llegada de galeras venecianas al puerto de Muxía a finales del siglo XIV en Historia Compostelana (Tomo VII)y también se hace referencia en Memorias del arzobispado de Santiago, escritas por el Cardenal Gerónimo del Hoyo en el año 1607.
La villa es invadida por una escuadra francesa en el año 1552 y en el año 1809 Muxía y todo su territorio sufrió grandes daños durante la invasión de las tropas napoleónicas a Galicia. A principios del S. XIX sobresalía ya la importancia pesquera de Muxía, destacando sobre todo las capturas de sardina y congrio; a mediados del siglo, la villa ya cumplía la función comercial y de servicios con respecto al resto del municipio, comenzando a sobresalir también de manera importante el arte del encaje. A principios del S. XX era una villa marinera que contaba con algo más de mil habitantes. La playa era el lugar de atraque de las pequeñas embarcaciones que se movían a remo o a vela, mientras que la Plaza de la Constitución era el centro de la villa donde se celebraba el mercado.
La verdadera explosión económica de la villa se produjo con el descubrimiento del caladero “Canto”, haciendo cambiar el aspecto de la villa por completo principalmente durante la década de los 70, aunque hoy en día la importancia del sector no es tan alta debido a la reducción del número de capturas y de especies. En la actualidad Muxía es una villa marinera que actúa de centro comercial y de servicios de todo su término municipal dándole un cierto dinamismo, convirtiéndola en un centro de atracción para los habitantes del medio rural de todo el municipio.
Muxía es una villa marinera por excelencia; la mayor parte de sus casas están construidas sobre el tómbolo de arena que se formó entre la península que alcanza su punto más alto en el Monte Corpiño, 67 m., verdadera mole granítica situada al norte de la villa, y el Monte Enfesto en la parte sur. Las primeras casas estaban situadas en la zona de la ribera al pie del Monte Corpiño, donde estaba la antigua playa hoy desaparecida por la construcción del Malecón y el puerto. La plaza del Cabo da Vila, cabo significa extremo, formaba el extremo sur del núcleo urbano. La zona de la Camposa, en la actualidad totalmente urbanizada, era la zona más llana donde se situaban las pocas tierras de cultivo de las que disponían sus habitantes.
El pueblo de Muxía es conocido por la veneración a la Virgen de la Barca. El itinerario de doble sentido a partir de Olveiroa permite que el desenlace de la Ruta Jacobea sea otro, concluyéndola en la villa marinera de Muxía. Y si Fisterra representa la espiritualidad en el sentido más amplio de la palabra, Muxía es un final más en consonancia con los viajeros que peregrinan con una motivación de carácter religioso, ya que aquí se levanta a pie de mar un templo dedicado a la madre de Dios: el Santuario de la Virgen de la Barca, lugar de leyendas y rituales. Evidentemente no es necesario realizar el Camino de Santiago o ser un devoto para peregrinar hasta este lugar. Famoso por sus legendarias piedras, está íntimamente vinculado a la tradición apostólica. Cuenta la leyenda que encontrándose Santiago Zebedeo en los acantilados, desanimado por la escasa acogida de sus predicaciones entre los lugareños, se le apareció la Virgen María, en carne mortal, para anunciarle que debía volver a Galilea porque su obra estaba ya concluida. De aquel viaje en barca pétrea nos queda la vela piedra Dos Cadrís y la nave, piedra de Abalar.
Alrededor de las piedras circulan historias y rituales de las que debe participar todo aquel que visita el lugar. La piedra más conocida es la de abalar, que se podría traducir como mover o mecer. Porque eso es precisamente lo que se pretende cuando uno se sube encima de ella. La cosa no es tan fácil, pues la piedra en cuestión tiene una extensión de unos 60 metros cuadrados y un espesor de 30 centímetros, pero si la fe mueve montañas, ¿por qué no una simple roca?. Además, se dice que aquel que consiga moverla verá cumplido su deseo. Así que, por probar, que no quede.
Alrededor de las piedras circulan historias y rituales de las que debe participar todo aquel que visita el lugar. La piedra más conocida es la de abalar, que se podría traducir como mover o mecer. Porque eso es precisamente lo que se pretende cuando uno se sube encima de ella. La cosa no es tan fácil, pues la piedra en cuestión tiene una extensión de unos 60 metros cuadrados y un espesor de 30 centímetros, pero si la fe mueve montañas, ¿por qué no una simple roca?. Además, se dice que aquel que consiga moverla verá cumplido su deseo. Así que, por probar, que no quede.
Aunque el primer documento escrito que se conserva de este Santuario data del año 1544, la cristianización de este lugar así como la fundación de la primera capilla dedicada a esta Virgen tuvo que ser muy anterior. De hecho el anterior documento hace referencia a una carta ejecutora de un expediente promovido por D. Fernando de Castro, párroco de Muxía, dirigida al Arzobispo de Santiago, D. Lope de Mendoza, solicitándole la anexión de la capilla de la Barca a la parroquial de Santa María, fundándose en:
"Por servicio de Dios y devoción de los vecinos de esta villa y de otras partes que iban al lugar que se decía Das Cruces, en donde había una ermita de Nuestra Señora de la Barca, y para que mejor fuera servida y tratada se lo mandara y diera licencia y facultad para que en el lugar donde estaba dicha ermita, se hiciera y reedificara, según hasta entonces estaba edificada y para anexionarla e incorporarla a la iglesia parroquial de Santa María de Mugía".
El deterioro en el que se encontraba esta primera capilla hace considerar que su antigüedad provenía de uno o dos siglos atrás, por lo que se puede deducir que la primera capilla levantada en este lugar debe datar del siglo XI o XII. Fue reconstruida varias veces, según consta en las ejecutorias del archivo parroquial, hasta que a principios del siglo XVIII, concretamente en el año 1719, se construye el actual templo. La piedra utilizada procedió en su mayor parte de una casa arruinada que tenían los monjes de Moraime situada en la zona de la ribera.
La Casa Rectoral que hay al lado de la Capilla así como el campanario que hay independiente se construyeron posteriormente en 1828 y 1834 respectivamente. Las torres del Santuario son de construcción reciente, 1958, siendo costeadas por D. Romualdo Bentín Moreira, natural de Muxía. El actual templo tiene planta de cruz latina, que mide 33 m. de largo por 19 de ancho, en el crucero. Su estilo es barroco y presenta semejanza con los otros templos existentes en Galicia. Consta de una sola nave congruesos muros de sillería. En conjunto resulta un edificio de estilo barroco pero no falto de influencias del clasicismo del siglo anterior. Su austeridad y monotonía se rompe con la rica ornamentación de sus retablos
El retablo Mayor actual es obra del artista compostelano Miguel de Romay, de estilo barroco y está dedicado a la Virgen de la Barca. Se contrata en el año 1717 por D. Francisco Mourín, administrador del Conde de Maceda. Se divide en el sentido vertical en tres calles y en el horizontal en tres cuerpos. El retablo de San Miguel estuvo dedicado en un principio a Santiago Apóstol. Su construcción data de la misma época que el altar mayor y posiblemente fuera donado por los Condes de Maceda. Su estilo, perteneciente a la escuela de Romay, sustituyendo los motivos decorativos naturalistas de aquel por motivos simbólicos que hacen relación al Apóstol.
La Romería de la Virgen de la Barca es celebre en toda la provincia teniendo lugar el segundo domingo del mes de septiembre, siendo frecuentes las procesiones y verbenas. De más ámbito local es la Fiesta del Carmen, celebrada el último domingo del mes de julio, teniendo lugar una animada procesión marítima que lleva a los barcos participantes hasta las proximidades del vecino puerto de Camariñas.
Junto al Santuario se levanta una escultura denominada “A Ferida”, La Herida, y representa la herida provocada en la naturaleza por el desastre del Prestige.
A continuación el reportaje fotográfico. Pulsando sobre las imágenes aumenta su tamaño.
Nota: Las imágenes son propiedad del autor del blogg.
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