sábado, 1 de septiembre de 2012

Ezpatadantza de Zumarraga



La ezpatadantza es un baile de origen extremadamente antiguo e indatado, puesto que se desconoce cuándo se comenzó a ejecutar. Según Mª Elena Arizmendi, el privilegio de realizar este tipo de danzas ante la Virgen es de 1539, lo cual no quiere decir más que en ese año la autoridad eclesiástica asumió y permitió ese rito, que se venía ejecutando antes.
En la actualidad, se ejecuta en nuestra población de forma previa a la celebración de la Misa Mayor en los días clave del 2 de julio y del 15 de agosto, fiestas patronales moderna y antigua, en los importantes templos de Santa María de Zumarraga (La Antigua), sede parroquial hasta el 14 de octubre de 1576, y Santa María de la Asunción, templo parroquial desde entonces.
Una de las grandes citas del folklore gipuzkoano tanto por la danza como por el lugar de interpretación, en la ermita de la “Antigua” de Zumarraga, es sin duda una de las mejores muestras de nuestro patrimonio popular.
El día dos de julio es día grande de las Fiestas de Santa Isabel en Zumarraga y gran parte de sus vecinos se preparan para subir al Santuario de la Antigua en las estribaciones del Beloki.
Los días previos se celebra la novena a la Virgen. Numerosos fieles acuden a la misma. Es muy grande la devoción que se tiene por la Virgen de Santa María de Zumarraga. Muestra de ello son la cantidad de velas que esos días iluminan la imagen.
Desde primeras horas de la mañana, los txistularis con sus alboradas, avisan del inicio de la fiesta. Una vez reunidos en la plaza, con los txistularis a la cabeza, los dantzaris en formación por detrás y la Corporación Municipal, con el alcalde al frente, comienza la ascensión al santuario. Parte del vecindario se va uniendo poco a poco a la comitiva.
La primera parada será en la Parroquia donde el cura párroco se une a la marcha y se sigue hasta el Barrio de Eitza. La ermita de San Gregorio repica su campana cuando se acerca la comitiva. Una vez en el caserío Tantelu se rompe la formación y se sube libremente hasta el caserío Eliz-Alde, donde se vuelve a formar para llegar juntos a la ermita.
Una vez arriba la corporación hace el "hamarretako". Va a comenzar la misa mayor y los txistularis tocando un Zortziko avisan a autoridades y dantzaris para que se acerquen a la iglesia. Los dantzaris hacen arco y pasan las autoridades primero, luego los txistularis y finalmente los capitanes de la danza y deshaciendo el arco el resto de los dantzaris. Se acercan todos hasta el altar y, ya está todo listo para que se repita el ritual.
Cuando el sacerdote está ya en el altar comienza la danza. Está compuesta por un buruzagi o capitán y dos filas de espadas largas tras él, de cuatro dantzaris cada una. Detrás otros tres dantzaris con puñales cortos, los azkendariak, esperan para bailar ante la Virgen.
Los que llevan las espadas largas visten el tradicional traje blanco con pantalón largo, sin embargo el buruzagi o capitán y los tres azkendariak llevan pantalón hasta debajo de las rodillas y de color rojo en tela satinada.
Se complementa el vestuario con medias blancas, zapato ligero negro con un adorno floral en su empeine, corbatín, cintas en los brazos y banda cruzada de color rojos.
Colocados ante el altar mayor comienza el buruzagi a bailar lanzando una serie de patadas al aire y pasos a ras de suelo. Seguidamente, uno de los azkendariak, arrodillado ante la Virgen, ejecuta el juego de las espadas cortas; tajos arriba y abajo, a izquierda y derecha. Luego el capitán da paso, uno a uno, a los otros dos azkendariak que repiten el mismo baile. Acaban bailando los tres azkendariak y el buruzagi a la vez.
Sin duda, este baile tiene una simbología especial. Hay varias teorías sobre su significado.
Una de ellas es la que afirma mostrar a los habitantes de Zumarraga el valor o la importancia de las principales personas de la población, quienes expresaban de aquella forma su valía y destreza en público, a fin de que los que presenciaban el espectáculo supieran quién y qué importancia tenía el que aquellos movimientos ejecutaba, así como el linaje del cual procedía.
Más tarde, esos movimientos serían imitados el resto del año por los más jóvenes para regocijo del público. Lizarralde señala a la danza como «jeroglíficos de un rito hierático, simbología en acción de una mentalidad arcana y bellos motivos para tallar relieves historiados en un templo que se quiere dedicar en Gipuzkoa al augusto nombre de la Andra Mari».
Para Gorosabel tiene un significado mucho más concreto: «la ofrenda anticipada que los guerreros hacían a la Virgen antes de sus experiencias militares, o bien una acción de gracias para esas mismas guerras después de sus victorias». De todas formas, «nada hay que confirme esta creencia popular, y es posible que sea, simplemente, un acto de homenaje nacido de la religiosidad de los habitantes de la villa».
En el intento de buscar antecedentes de esta curiosa forma de expresión, Larramendi señala que esta danza es una ofrenda al Señor, de la misma forma que David danzó delante del arca en la precesión que se hizo para traerla desde la casa de Obededon a Jerusalén, vestido de un ephod de lino blanquísimo. Danzó con todas sus fuerzas, practicando cuantas habilidades pudo, y siendo rey tan guerrero, lo hizo con su espada en la mano, acompañado por sus marciales cortesanos. Tanto Ignacio Belaustegui como 'Peña' Basurto dan idea de que esta danza puede tener antecedentes guerreros, recogiendo el primero de ellos que pudiera haber sido comenzada tras la batalla de Beotibar, a la que acudieron gentes de esta tierra, festejando ante la Virgen el triunfo alcanzado.
Arizmendi señala que la danza «pudo ser un homenaje póstumo ofrendado en época gentilicia ante un túmulo funerario.
Los brazos terminados en espadas parecen perforar el infinito, formulando mágicos conjuros. Quizás para empujar el alma del difunto por nuestro pueblo en época pagana y conductora de las dos almas supremas del amor y de la muerte».
  Pero, además de las teorías existentes sobre su significado, podemos señalar algunos datos más sobre esta danza, de la cual poseemos los primeros datos directos en nuestro Archivo Municipal en 1628-1629, cuando ya aparecen documentados los músicos y dantzaris que la ejecutaban, fundamentalmente referidos a pagos realizados por el municipio con ese motivo. También de ese siglo son las primeras anécdotas, como la pelea protagonizada en 1656 por dos dantzaris, el 'guía' Bartolomé de Ibarguren, y el dantzari Juan de Alzola, la cual llevó a la cárcel al agresor.
También tenemos presente lo ocurrido en 1762, cuando ante la no asistencia de dos de los dantzaris, Francisco y Juan de Izaguirre, y siendo Francisco el 'guía', hubo de suspenderse la danza, hecho por el cual el Alcalde ordenó el encarcelamiento de ambos.
Los sucesos en cuestión tuvieron lugar el 15 de agosto de 1762. Los díscolos se llamaban Francisco y Juan Izagirre. No aparecieron al baile y, en vista de ello, el resto de los dantzaris decidieron no bailar. El alcalde, Joseph Antonio de Yarza, se puso hecho un basilisco cuando conoció los motivos por los que el baile no había comenzado. Le ordenó al alguacil que fuera a donde se encontraban y los llevara al ayuntamiento. Pero parece ser que no tenían muchas ganas de escuchar el sermón del alcalde. Tomaron por el pito del sereno al alguacil y se dirigieron a casa.
El pobre alguacil volvió a donde el alcalde y contó al primer edil lo que había sucedido. Yarza montó en cólera: le ordenó al vilipendiado agente de la ley que volviera a donde los Izagirre y, haciendo valer su autoridad, los detuviera. Pero parece ser que para los dos rebeldes no había más autoridad que la suya propia. Se burlaron de la orden de detención y le dijeron al ninguneado municipal que se presentarían después de comer.
Los Izagirre cumplieron su palabra y, tras llenar la tripa, se presentaron en el ayuntamiento y el alcalde los encerró en un despacho de la casa consistorial. Después, hizo todo lo que estaba en sus manos para llevarlos a juicio y solicitó al secretario del Ayuntamiento que recopilara toda la información posible.
El secretario preparó un informe de quince páginas. Apuntó hasta el más mínimo detalle, pues el juicio era muy importante para los vecinos. “Unos zumarragarras que no quieren bailar la ezpatadantza... ¿Cuándo se ha visto eso? ¿A dónde vamos a ir a parar? Aunque con ese apellido... ¡a ver si van a ser de Villarreal!”, pensarían los vecinos.
El secretario, en su informe, recogió los nombres de todos los ezpatadantzaris de aquel año y las declaraciones de varios vecinos. Entre ellos estaban el teniente de alcalde Ignacio de Egaña, el juez Francisco de Alzola, el regidor Agustín de Zaldua y el testigo Francisco de Etxeberria.
El licenciado Manuel de Goikoetxea declaró culpables a los dos dantzaris, por no cumplir las órdenes del alcalde y por realizar comentarios inapropiados. Les salió muy caro el no haberse comportado como buenos zumarragarras: Goikoetxea ordenó al alguacil que requisara sus posesiones.
En 1972 la Policía dejó en libertad a un joven de Zumarraga para que pudiera bailar la ezpatadantza. Vaya con los hermanos Izagirre... Ni Franco se atrevió a hacer lo que hicieron ellos: ¡dejar a los zumarragarras sin ezpatadantza!
Con el paso del tiempo la danza decayó en nuestra población, siendo mantenida viva por los maestros ordiziarras, a los que continuaron y siguieron vecinos de la villa como Saturnino Echevarría o el también maestro de txistularis Martín Elola, seguidos años más tarde por Julián Zabaleta y José Odriozola, quienes siempre gozaron del acompañamiento de los txistularis de la villa, encabezados durante años por Pascual Ocariz.
  Desde aproximadamente 1970 es el grupo de danzas Irrintzi el encargado de ejecutar esta danza, manteniéndola viva, y coadyuvando, de ésta forma, a que Zumarraga, pionera en tantas labores, recuerde año a año una de nuestras principales costumbres.
Terminado el acto se sale en procesión con la imagen de la Virgen y se hace un recorrido alrededor de la ermita. Al termino de esta, los dantzaris, se quedan fuera de la iglesia y mientras dentro. Finalizada la misa se baila un Aurresku y se vuelva a repetir la Ezpata Dantza, pero esta vez es la llamada "de calle", en la que no hay partes danzadas de rodillas y es prácticamente igual a la gipuzkoana tradicional. Después viene la comida popular, romería y alegría hasta bien entrada la tarde.
  Hacia las ocho de la tarde al toque del Zortziko las autoridades hacen la visita de despedida a la Virgen y comienza la bajada al pueblo con el mismo orden y protocolos que hicieron la subida. Una vez en el Ayuntamiento se hace nuevamente arco a las autoridades y cuando aparecen en el balcón consistorial se baila, otra vez, la Ezpata Dantza de calle finalizando así la fiesta del día. Realmente hermosa.
  (Las fotografías anteriores han sido bajadas de www.lenbur.com y parte del texto pertenece a Diario Vasco 15.08.2006 por Anton Arbulu entonces Alcalde de Zumarraga)
  Recordar que el día quince de agosto, día de Nuestra Señora de la Asunción se repite el ritual ante la Virgen de la parroquia con unos protocolos semejantes a los que rigen el día de la Antigua.
  Las siguientes imágenes fueron tomadas por mí el 15.08.2012, en el ritual que se hace tras la Misa Mayor en Euskadi Enparantza, siguiendo la tradición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario