miércoles, 12 de septiembre de 2012

Monasterio de Sta. Mª la Real de Nájera

Monasterio de Sta. Mª la Real de Nájera.

Aunque de origen muy antiguo, fueron los musulmanes en el 714 quienes le dieron su actual nombre: Náxara, lugar entre peñas, y al rio Naalia lo llamaron Naxarilla.
Nájera es una de las estaciones del Camino de Santiago en La Rioja ya citada en el Codex Calixtinus y una de sus poblaciones más monumentales, no en vano fue capital del reino Nájera-Pamplona en los siglos X y XI, alcanzando su máximo esplendor en la época de Sancho Garcés III, el Mayor.
El Monasterio de Santa María la Real es un conjunto religioso de la ciudad de Nájera, en la Comunidad Autónoma de La Rioja. En él se encuentra el panteón de los reyes del reino de Nájera-Pamplona, antecesor del reino de Navarra. Al encontrarse Nájera en pleno Camino de Santiago y haber sido sede de monarcas navarros, la relevancia del monasterio de Santa María la Real fue muy importante.
En 1035 sube al trono del reino de Nájera-Pamplona García Sánchez III, conocido como García el de Nájera. Según la leyenda,
en 1044 encontró una imagen de la Virgen en una cueva, mientras estaba cazando; siguiendo a su halcón encuentra una pequeña capilla hecha en la cueva con la imagen de la Virgen, un ramo de azucenas (símbolo del monasterio) y una campana. La imagen recibe el nombre de Santa María en la Cueva y se decide construir un templo con un monasterio.
El rey murió en la batalla de Atapuerca, siendo sepultado a los pies de la Virgen, en la cueva. Su sucesor Sancho IV el noble, también conocido por el de Peñalén culmina las obras. El templo sería consagrado y acabado el 12 de diciembre de 1052. Durante su reinado el monasterio es ocupado por la orden de San Isidoro que practica el rito visigótico. En 1067 se celebró allí un concilio en el que se acuerda la sustitución del rito visigótico por el ritual romano. En 1079, el rey de Castilla Alfonso VI se lo entrega a los Benedictinos de Cluny.
En 1487 el Papa lo entregó a Rodrigo de Borja, el futuro Papa Alejandro VI. Ello significó que desde esta fecha hasta 1513 Santa María fuera una abadía independiente. Se realizan una serie de importantes reformas: la sillería del coro alta que se instala en 1493, se termina el refectorio en 1513 y el claustro de los Caballeros en 1517. La Abadía queda incorporada a la congregación de San Benito de Valladolid en 1513.
En 1835, con motivo de la desamortización de Mendizábal, son expulsados los religiosos y el monasterio es abandonado, siendo vandalizado y sufriendo muchos daños y pérdidas. El edificio se usa entonces como almacén, escuelas, cuartel. La iglesia sirve de parroquia en 1845 hasta 1885.
En 1889 se declara al conjunto Monumento Histórico Artístico Nacional y unos años después, en 1895, entra al convento una comunidad de frailes franciscanos y comienza la recuperación del mismo. En 1909 el Estado comienza a contribuir en la restauración y en 1959 se funda el Patronato de Santa María la Real, en el que participan las diputaciones forales de Navarra, Guipúzcoa, Vizcaya y Álava, la diputación provincial de Logroño (desde 1982, Gobierno de La Rioja), el ayuntamiento de Nájera y la Orden de los Franciscanos.
 
El exterior del Monasterio de Santa María la Real de Nájera es una mezcla de diferentes estilos, fruto de su dilatada historia.
Las necesidades de defensa hicieron que los muros fueran altos y que los contrafuertes tuvieran función de bastiones. Al exterior la iglesia asemeja una fortaleza por los seis grandes contrafuertes cilíndricos que sustentan la cabecera que parecen pequeñas torres y por la ausencia de ventanales. La torre de forma prismática rectangular está formada por dos cuerpos y queda situada en la cabecera de la iglesia.

 En 2010 fueron repuestas las campanas una vez restauradas.

Dentro del monasterio distinguimos dos espacios fundamentales: el templo con el panteón Real, y el claustro, llamado de los Caballeros.
El acceso al claustro se realiza por la llamada Puerta de Carlos I. Esta puerta es de estilo Gótico flamígero y aparece muy ornamentada; sobre ella hay un gran escudo real con las armas de Carlos I y un águila bicéfala. Este escudo se realizó en honor al rey, que contribuyó generosamente a la construcción del claustro.

Al lado de la puerta, arranca la escalera de acceso al claustro superior. Esta escalera es de estilo renacentista y está cubierta por una cúpula decorada con caserones pintados. En ella figura la fecha de su construcción, año 1594, y recibe el nombre de Escalera Real.

Entre los años 1517 y 1528 se construyó el claustro, que combina el gótico florido de las bóvedas y pilares, con el plateresco de las tracerías de los arcos. La mayor parte de las lápidas de las tumbas murales que se encuentran allí corresponden también a este estilo.

Muy bello y armonioso, su decoración es a base de arquerías apuntadas, en estilo plateresco, con finísimas tracerías de claraboya. Hermosos ventanales y vanos se sustentan sobre tres delicadas columnas, otorgando a la composición un aire grácil y de extrema ligereza. 

Los arcos, en número de 24, se adornan con tracerías en piedra, de motivo diferente en cada uno de ellos. Esta celosía pétrea aparece soportada por esbeltas columnillas. Sobre este nivel se levantó en 1578 un claustro superior. Durante la Guerra de la Independencia sufre ataques y saqueos por parte de las tropas francesas y de los guerrilleros. Desde entonces las figuras aparecen decapitadas 

El nombre de claustro de los Caballeros es debido a que fueron muchos los nobles que eligieron este lugar para ser enterrados. De aquellas tumbas solo quedan las que están ubicadas en los muros, ya que las que estaban en el suelo fueron removidas durante las restauraciones debido a mal estado que presentaban.
El abandono y mal uso que el conjunto monumental tuvo en el siglo XIX deterioró significativamente el claustro. Por ahora solo está restaurado el claustro inferior.
La mezcla armónica de estilos como el gótico florido de las bóvedas y el plateresco de las tracerías caladas han dado lugar a una sorprendente obra arquitectónica digna de ser visitada.

En una de las esquinas del lateral oeste del claustro se abre la capilla que contiene el sepulcro de la reina de Portugal doña Mencía López de Haro. Fue esposa, en segundas nupcias, del rey portugués Sancho II Capelo. Cuando éste murió en 1248 Mencía volvió a Nájera donde residió hasta su muerte en 1272.
El sarcófago es del siglo XIII y está decorado con las armas de Portugal y de los López de Haro. Al lado de la tumba de Mencía están las de sus hermanos y la de Garci Lasso Ruiz de la Vega, que murió en la batalla de Nájera en el año 1367.
La capilla albergó un Cristo que fue muy venerado.

El mausoleo de Diego López de Haro, llamado el Bueno, X señor de Vizcaya (1170 - 1214) se sitúa al lado de la entrada a la iglesia, por la que se accede a los pies de la nave central, en el muro sur del claustro.
El linaje de los López de Haro ostentó los títulos de condes de Nájera y de señores de Vizcaya desde que el rey Sancho el Mayor se los otorgó hasta el siglo XIV.

A los pies del sarcófago de don Diego está el de su segunda esposa, Toda Pérez de Azagra, que murió en 1216. Las urnas son románicas pero hay añadidos renacentistas en las decoraciones exteriores. Los bajorrelieves muestran escenas del sepelio y los personajes que en ellos aparecen van ataviados con ropajes del siglo XIII.

La puerta que da acceso al templo es un magnifico ejemplo de talla plateresca. Data de la primera mitad del siglo XVI y está decorada con medallones, motivos vegetales y animales fantásticos agrupados en paneles rectangulares. Es de madera tallada de nogal.


La Iglesia tiene otra entrada a través de una puerta situada en el exterior por su lado sur, para lo cual hay que descender unos escalones para salvar el desnivel. Antecede a la puerta un pequeño atrio que protege la puerta. Esta puerta es de estilo renacentista.

En el primer cuarto del siglo XVII, entre 1621 y 1625, se edifica la portada del templo y a finales de ese mismo siglo se instala el retablo mayor, de estilo Barroco.

El templo actual se construyó en 1422 y 1453, es de estilo Gótico florido, presentando formas esbeltas a la vez que sencillas. El interior consta de tres naves separadas por diez columnas. Bajo del coro se abre la cueva en la que se cree que apareció la imagen de la Virgen, lugar en el que se ha mantenido desde entonces.

Las bóvedas son de crucería simple, a excepción de la del cascarón del ábside central, que es estrellada;

los ábsides laterales son cuadrangulares, y el triforio presenta ventanales casi triangulares.



El retablo mayor es de finales del siglo XVII, de estilo Barroco, con grandes columnas salomónicas muy adornadas con racimos y hojas de vid. En la parte central está el camarín de la Virgen, con la imagen original, rodeada por los fundadores de la Orden Benedictina, en sus ramas masculina, San Benito, y femenina, Santa Escolástica y la representación de los reyes fundadores.

La imagen que dio origen al complejo religioso es una escultura medieval en madera tallada y policromada solo por el frente. Muestra a la Virgen que sostiene al niño Jesús, que imparte la bendición con la mano derecha mientras sostiene una bola en la contraria.
La imagen fue restaurada en 1948 por el instituto Príncipe de Viana.

Es llamativa la representación de los elementos que se dice que estaban junto a la imagen de la Virgen cuando ésta fue encontrada: una jarra con azucenas, emblema del monasterio, una lámpara y una campana. Sobre estos elementos, un friso cuenta el hallazgo de la Virgen por el rey don García. Remata el retablo un Calvario.

El coro de esta iglesia tiene una de las mejores sillerías conservadas en la arquitectura religiosa española.

Destaca la sillería, de estilo Gótico. Fue realizada entre los años 1493 y 1495. Tallada en madera de nogal es una obra maestra del gótico florido.

Se atribuye la dirección de la obra a los hermanos Andrés y Nicolás Amutio, siendo financiada por el abad Pablo Martínez de Uruñuela.

Las tallas de los respaldos, así como de las misericordias, son todas diferentes y representan símbolos religiosos, escenas de la vida diaria y a personajes relevantes de aquel tiempo. Destaca la talla de la silla abacial, en la que se representa al rey García el de Nájera.

El conjunto de la sillería está coronado por dos grandes lienzos.

En uno de ellos se aprecia una galería con seis parejas de reyes debidamente identificados.

Un friso con columnillas cierra un paisaje rococó. Acabó muy deteriorado en el periodo de abandono del conjunto monumental de finales del siglo XIX.

Finaliza el conjunto con una representación barroca de una congregación benedictina.

La entrada al panteón y la cueva se encuentra flanqueada por dos heraldos o reyes de armas con dalmáticas y lanzas en la que aparecen los escudos reales de los fundadores.

García Sánchez III el de Nájera y su esposa Estefanía de Foix.

A los pies de la nave central, a ambos lados de la entrada a la Cueva, se hallan los sepulcros de los reyes del reino de Nájera-Pamplona, precursor del reino de Navarra. Aquí están enterrados los reyes de las dinastías Jimena, o de los Abarca y la que prosiguió a García Ramírez que reinó desde el año 1135 al año 1234. El Panteón de los Reyes conserva hasta treinta sepulcros de reyes castellanos y navarros como García el de Nájera, Sancho el Noble, el infante Ramiro, Sancho II Abarca, Bermudo III de León, Sancho IV el Sabio de Navarra.

El conjunto escultórico formado por las arcas funerarias es muy posterior a la época de los cuerpos que los ocupan. Son de estilo renacentista con cierto aire plateresco.
Realizadas en piedra blanca todas llevan estatuas yacentes en piedra sobre la tapa a excepción de la de los fundadores y además se decoran con epitafios y escudos de armas, siendo las de Navarra las mas repetidas.

La cueva donde se halló la imagen, integrada en el templo. Según dice la tradición, en esta cueva se había realizado una pequeña capilla en la que se veneraba la imagen de la Virgen. En 1044 el rey, que estaba cazando con cetrería siguiendo a su halcón encontró la pequeña capilla con la Virgen junto a un ramo de azucenas, una lámpara y una campana. Los triunfos que siguieron en las guerras de conquista contra los musulmanes fueron atribuidos por el rey a la imagen hallada. 

Hasta la construcción del retablo mayor la imagen de la Virgen se mantuvo en este lugar. Luego fue sustituida por otra que se ubicaba en la capilla del Alcázar Real que es la que se puede ver actualmente desde 1845. Esta talla es de finales del siglo XIII. Fue restaurada en 1998.
La cueva ha sido uno de los sitios elegidos por muchos nobles y religiosos para su entierro. Hasta las obras de restauración de finales del siglo XX estas sepulturas estaban situadas en el suelo del recinto.

Al lado derecho de la nave central se ubica el llamado Panteón de los infantes, aquí se recogen los restos de aquellos personaje reales que no llegaron a ser reyes. Entre todas las sepulturas destaca la de Blanca Garcés, conocida como Blanca de Navarra. La reina murió de sobreparto en 1134 a los dieciocho años, al dar a luz a su hijo, el futuro rey Alfonso VIII de Castilla.

El sepulcro de Blanca de Navarra, del que solo se conserva la tapa, es el único original del conjunto. Data del siglo XII y es una pieza de talla románica. Se trata de una obra maestra de la escultura funeraria románica.
Tiene planta rectangular con vertiente a dos aguas y las dos caras laterales mayores esculpidas, los frontales están desgraciadamente, perdidos.
En la cara principal se esculpe la muerte de Doña Blanca, muy serena y bella en su lecho, mientras su alma es elevada al Cielo por dos preciosos ángeles. A los lados, separados por árboles, hay varios cortesanos que consuelan al rey y a la hermana de la reina. Por encima, hay un solemne Pantocrator rodeado del Tetramorfos y el Conjunto Apostólico.

 Aitor Lopetegui Mugarza
Fermín Lopetegui Loinaz

A continuación, algunas de las tracerías que adornan los arcos del Claustro de los Caballeros.















De la fundación misteriosa del insigne monasterio de Santa María la Real por el rey Don García el VI de Navarra en la ciudad de Nájera.
En tan noble y antigua ciudad, calificada como episcopal y real silla, y en sitio deleitoso y de clima tan propicio, como se ha dicho, fundo el Rey Don García de Najara el ilustre y por muchos títulos real monasterio de Santa María, dándole ocasión y motivo este misterioso suceso.
Era el Rey Don García animoso y de corazón grande, y así mientras asistía en la corte y no ejercitaba su valor en las guerras, a que era muy inclinado, en especial con- tra moros enemigos de nuestra católica fe y cristiana religión, procuraba ocuparse en cosas que no desdijesen de aquel ejercito, como era correr y hacer mal a caballos y andar a caza, propio ejercito de nobles. Con este fin, pues, salió el Rey un día de la otra parte del río Nagerilla, llevando un nebli, especie de halcón que se cría en el Nor te, en la mano, deseoso que se ofreciese algún pájaro en que ceballo, descubrióse una perdiz, en cuyo seguimiento soltó el Rey el neblí, procurando sin perderlos de vista, acompañarlos a todo correr del poderoso caballo en que iba, y vadeando el río Nagerilla, vió que se encovaron en una estrecha cueva, que estaba en una espesa y amena arboleda en peña tajada, muy cerca del camino, por donde los peregrinos pasaban a Santiago. El cual engolosinado del gusto de la caza o movido a lo que se cree a algún divino impulso, siguió los pájaros, y considerando la acedia y aspereza del acamino que le restaba hasta topar con ellos, apeóse del caballo, procuró quitar por sus mismas manos los estorbos de maleza, que le podían ser de embarazo, y con esta diligencia y con su grande ánimo forcejó (venciendo mil dificultades) hasta subir a la cueva, donde se habían guarnecido, que estaba labrada en la peña viva, y aunque por ser de boca estrecha era muy obscura, luego que el Rey entró en ella, halló tanta claridad como si el solo la bañara a su salvo en descubierto.
Consideró el rey y ponderó bien el sitio de toda ella, y con aquella luz descubrió un altar que estaba en la cabecera de la cueva, y vió sobre él una devotísima imagen de bulto de Nuestra Señora la Madre de Dios con su sagrado Hijo en sus brazos, y en la peana del altar estaba una campana de un quintal de peso poco más o menos, que hoy día se conserva por pítima y antídoto contra la tempestad es y nublados de que abunda la tierra y se llama de Nuestra Señora. y lo que no poco extrañó el devoto Rey fue ver sobre el mismo altar la perdiz y el neblí, siendo aves tan enemigas, juntas y con tanta paz y sosiego como si no lo fueran, sino muy hermanas.
Cuando allí veia el Rey le convidaba a devoción, porque la imagen es de bulto, grave y devota y causa en quien la mira temor y reverencia. La cueva, siendo tan lóbrega por ser larga, estrecha y sin ventana, estaba llena de milagrosa luz y en fin, como cámara y retrete de la mística esposa, echaba de sí un suavísimo olor y fragancia singular , «quasi mirra electa dedi suvitatem odoris» , del Cantar de los Cantares.
Tan favorecido se sintió el Rey Don García y tan acompañado de consuelo y gozo espiritual que se juzgaba estar en el cielo, de donde cobró una devoción tan grande con la imagen de la Virgen Nuestra Señora y un cariño y amor tan singular por aquel lugar santo, que formó luego concepto de edificar allí un magnífico templo de su vocación.
Confirmóse más el devoto Rey en su buen intento, porque volviendo a su palacio muy contento y alegre, la siguiente noche tuvo un dulce y regalado sueño, en que Nuestra señora la Virgen María y su glorioso Hijo se le mostraron agradecidos dándose por servidos de sus religiosos deseos.
Consultó el Rey negocio tan grave y pio con su mujer la Reina Doña Estefanía de Fox y con un santo monje del monasterio de San Julián, que estaba un cuarto de legua de la ciudad de Najara, a quien estimaba y veneraba el Rey mucho, y dándoles copiosa noticia del uno y otro suceso, con su parecer y acuerdo se resovió e hizo voto de fundar en aquel lugar un noble monasterio de la orden de San Benito, dotándole tan amplia y magníficamente que fuese conocido y célebre en el mundo.
No fue perezoso el devoto Rey en poner en ejecución sus píos y santos deseos, antes mandó aprestar luego materiales y que se diese principio a la iglesia, advirtiendo que se trazase y dispusiese de forma que el altar mayor viniese a estar enfrente de la santa cueva donde halló la imagen de Nuestra Señora, y que ésta se ensanchase de suerte que fuese capaz de poder enterrase en ella así el Rey como su mujer e hijos y sucesores, cuyos reales sepulcros con maravilloso orden dispuestos se muestran y se ven hoya los lados de la entrada de la cueva, ostentando juntamente devoción y majestad, de que se dará relación más copiosa en el capítulo 14.
La prisa con que los oficiales trabajaban era tan grande como la diligencia con que los maestros y sobrestantes ponían en que creciese el edificio, ajustándose los unos y los otros a los deseos del Rey. Con lo cual por los años de 1040 se acabó de edificar la iglesia(1), sujeto en quien el magnífico Rey pudiese vincular, como en parte principal del monasterio, la mucha hacienda, jurisdicción y calidades que deseaba acumular en él: que ese año pone Garibay, y se debe poner, la fundación del real monasterio, y desde ése se halla haberse comenzado a dotar , y no desde 1052 como algunos han pensado.
Todo cuanto se debe decir y se puede apetecer sobre el deseo, de la fundación de esta Real casa así cerca de su fábrica y edificios magníficos, como de su regia y ampla dotación dice el mismo Rey Don García no en la primera carta de su fundación (como  piensan algunos) sino en la que después de hecho un epílogo de todo lo que hasta allí le había dado, y refiriendo otras mercedes que de nuevo le hacía, confirma uno y otro, no sólo con voluntad y consentimiento de la Reina, de sus hijos y hermanos, el rey Don Fernando I de Castilla y Don Ramiro I de Aragón, sino también con acuerdo de todos los obispos, abades y grandes de su reino. La cual por ser en opinión común la más grave, la más elegante y bien coordinada escritura de aquellos tiempos he querido ponerla aquí traducida originalmente al pie de la letra lo mejor que ha sido posible.

Texto de Fray Juan de Salazar O.S.B. en  "Naxara ilustrada" escrito entre 1628 y 1633. Transcripción del P. Saturnino Nalda Bretón O.F.M. y editado en Logroño por Gráficas Ochoa en 1.987

Nota: Los textos proceden de libros, revistas, paginas webs y folletos y han sido adaptados a las fotografías. Las fotografías son del mismo autor del Blogg.

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