sábado, 3 de noviembre de 2012

Aldabas.

Aldabas.

En mi afición por la fotografía, siempre que viajo a cualquier lugar tomo imágenes de aldabas. No se por qué pero siempre me han llamado la atención como objetos a fotografiar.
Después de la explicación de su uso y los distintos modelos tenéis para ver aldabas distintas de los mas diversos lugares del País. Son una pequeña parte de la colección de imágenes de estos elementos colocados en las puertas como llamadores o tiradores.
Una aldaba es una pieza articulada de metal situada en las puertas exteriores de las casas que, dando golpes, servía para llamar a sus ocupantes.


Historia.
Las primeras aldabas en la Edad Media fueron martillitos suspendidos de las hojas de las puertas por la parte exterior. La forma más típica y bien antigua es la de argolla en las más antiguas de hierro generalmente unida a una cabeza de bronce. Se golpeaba con ellas sobre una cabeza de clavo bastante gorda. Servían además como tiradores y en las puertas de algunas iglesias eran un signo de asilo que se requería asiéndose de dicha anilla. De tan antigua costumbre habla San Gregorio de Tours.
De león eran, por ejemplo, las de los llamadores de la portada de la catedral de Puy-en-Vélay del siglo XI y otra del siglo XIII de la puerta occidental de la catedral de Noyón. Esta clase de llamadores se destinaron especialmente a las puertas de las iglesias sin duda porque así lo pedía la tradición del derecho de asilo.
La forma de martillo se usó más en las casas particulares. Los más antiguos eran sencillísimos y estaban adornados con grabados a buril. Del siglo XV, existen muchos ejemplares de hierro forjado entre los cuales los hay preciosos delicadamente forjados y cincelados y con escudo pintado de los colores heráldicos correspondientes.
Andando el tiempo, esas aldabas cayeron algo en desuso y sólo se conservaron para las puertas de las habitaciones rurales. Se sabe que en las puertas de los castillos hubo aldabas sin duda no adheridas más que a las hojas de las poternas sin puente levadizo o a las puertas de las murallas exteriores.
En España, se conservan todavía muchas puertas de iglesias y de casas señoriales notabilísimos ejemplos de aldabas y aldabones muchos de ellos de valor artístico. La forma más antigua y también más usual fue la de argolla suspendida bien de una anilla bien de una cabeza de león o grifo que se destaca en el centro de una placa circular o en el vértice de un cono cuya base está sobre la puerta. La argolla suele estar facetada de cuatro caras adornadas con labor lineal grabada que se repite generalmente en el disco. Se descubre en todos los caracteres de estos aldabones una influencia del arte árabe.
En la catedral de Bayona de Francia hay un ejemplar muy notable en hierro de trabajo español muy rico de adorno de cabeza de grifo que con la boca sujeta a aquélla. Parece datar del siglo XIII y sin duda, el tipo artístico persistió en el XIV pues en la península abundan ejemplares que solo varían en el tamaño. En muchos de ellos como en la puerta mudéjar (siglo XIV) de la sacristía de los Cálices en la catedral de Sevilla la cabeza del grifo destaca del centro de una estrella. Mucho más antiguo, del siglo XI, es el aldabón de la puerta árabe del castillo de Daroca que hoy se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de España. Consiste en una simple argolla pendiente del vértice de un cono todo de hierro.
Otra forma muy usual es la de tirador formado por un grueso hierro curvado de modo que sus extremos revuelven hacia fuera pasando por dos anillas o abrazaderas de suspensión.
En Ávila, hay algunos ejemplares y también en casas modestas, de unas aldabas que hacen de tirador por lo que ofrecen dos semicírculos en la parte por donde se ase. En Toledo, abundan más los de argolla. También los hay de argolla en Barcelona.
El Renacimiento produjo también bellos llamadores en cuya composición extremaron su arte los cerrajeros. El tema más común es dos S contrapuestas. También se hicieron, aunque por excepción, aldabones de piedra. Buen ejemplo de ello son los dos de serpentina compuestos de una gran argolla suspendida de las fauces de un león que pertenecieron al palacio de Carlos V en Granada y que también se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional.


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Nota: Las imágenes son propiedad del autor del blogg.

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