lunes, 12 de noviembre de 2012

Medina Azahara. Ciudad de la flor.

Medina Azahara. Ciudad de la flor.

Esta es la tercera y última entrada sobre Córdoba. Se trata de la Ciudad de Madīnat al-Zahrā. Medina Azahara, castellanización del nombre árabe مدينة الزهراء, la ciudad de la flor. Es una ciudad palatina o áulica mandada edificar por Abd al-Rahman III al-Nasir (891–961), a unos 8
kilómetros en las afueras de Córdoba en dirección oeste, en Sierra Morena, en la ladera del Yabal al-Arus, frente al valle del Guadalquivir y orientada de norte a sur, sobre un espolón de la sierra, entre dos barrancadas.
Los principales motivos de su construcción son de índole político-ideológica: la dignidad de califa exige la fundación de una nueva ciudad, símbolo de su poder, a imitación de otros califatos orientales y sobre todo, para mostrar su superioridad sobre sus grandes enemigos, los fatimíes de Ifriqiya. La cultura popular también dice que fue edificada como homenaje a la favorita del califa: Azahara.
El yacimiento arqueológico de Medina Azahara está declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento desde el año 1923 y calificada como el Versalles de la Edad Media. Su implantación en el territorio generó una red viaria e infraestructuras hidráulicas y de abastecimiento para su construcción conservada en parte hasta la actualidad en forma de restos de caminos, canteras, acueductos, almunias y puentes.
Aprovechando perfectamente el desnivel del terreno fue distribuida en tres terrazas. El recinto de la ciudad adopta un trazado rectangular, frente a la idea laberíntica y caótica característica del urbanismo musulmán. De mil quinientos metros de lado en sentido este-oeste y unos setecientos cincuenta de norte a sur, tan solo deformado en el lado norte por las necesidades de adaptación a la difícil topografía del terreno.
El palacio se ubica en la parte más alta, escalonando sus edificaciones por la ladera de la montaña, en una situación de clara preeminencia sobre el caserío urbano y la mezquita aljama, extendidos por la llanura. Siguiendo la disposición en terrazas encontramos que la primera corresponde a la zona residencial del califa, seguido por la zona oficial para finalmente albergar a la ciudad propiamente dicha y la Mezquita Aljama, separadas de las dos terrazas anteriores por otra muralla específica para aislar el conjunto palatino.
Respecto al origen del nombre podría provenir, como se ha dicho anteriormente, del nombre de su esposa más querida al-Zahrá, el cual significa "La Flor" quien le sugirió construir una hermosa ciudad extramuros de Córdoba, una ciudad que llevaría el nombre de la amada y se convertiría en la "Ciudad de al-Zahrá" , la "Ciudad de la Flor de Azahar". Pero esto es más leyenda que realidad ya que al-Zahrá también significa “La Resplandeciente”, que puede hacer referencia a la propia nueva resplandeciente ciudad del califa.
Se sabe que la construcción comenzó en los primeros meses de la Hégira, correspondientes a finales del 936 de la era cristiana, estando las obras a cargo del maestro alarife Maslama ben Abdallah, y se continuó durante los cuarenta siguientes, alcanzando los tiempos de su hijo y sucesor en el califato, al-Hakam II. En el 945 se produce el traslado de la corte a esta ciudad, que en esos momentos cuenta con la Mezquita Aljama, aunque la Ceca o Casa de la Moneda no se traslada hasta 947-948.
Los textos literarios e históricos se hacen eco de las cuantiosísimas sumas dedicadas a su construcción, de los enormes trabajos realizados al efecto, de su monumentalidad y esplendor artístico hasta en el menor detalle y del lujo y la ostentación que el califa desplegaba en las recepciones y ceremonias que allá se celebraban con frecuencia, pues de la administración y la corte se trasladaron a la nueva sede. Transcurridos poco menos de cien años, sin embargo, todo este conjunto monumental y fastuoso quedó reducido a un inmenso campo de ruinas, pues fue destruido y saqueado en el 1010, como consecuencia de la guerra civil que puso fin al Califato de Córdoba. Los saqueos, los enfrentamientos y los incendios destrozaron la ciudad más bella de occidente.
Después de la guerra que trajo su destrucción, el saqueo y desmantelamiento de la ciudad palatina prosiguieron en siglos sucesivos, pues fue utilizada como cantera artificial para la construcción de otras edificaciones posteriores en la ciudad de Córdoba, cayendo progresivamente en el olvido hasta que desapareció, en una fecha imprecisa, del ideario colectivo.
Antes del redescubrimiento de Madinat Al-Zahra, porque siempre ha estado ahí durante los últimos 1000 años, la ladera donde se sitúa el yacimiento era conocida como Córdoba la Vieja, ya que durante el medievo se pensaba que sobre este punto se levantaba la primera Córdoba romana erguida de manera rápida y semi provisional por el pretor Claudio Marcelo y que más tarde, y por motivos de salubridad, se trasladaría a las orillas del Guadalquivir.
No sería hasta los primeros años del siglo XX,  durante el reinado de Alfonso XIII, cuando las primeras excavaciones comenzaron de manera oficial, despejando cualquier tipo de duda al respecto, si es que todavía la había, de lo que yacía bajo el suelo.  A partir de 1944 se reanudan las campañas arqueológicas definiendo las líneas básicas del urbanismo del palacio y acometiendo importantes restauraciones como las realizadas en el Salón rico o de Abderramán III. En 1985 la gestión del recinto pasa a manos de la Junta de Andalucía, organismo que a partir de este momento se encargaría de la tarea de proseguir con los trabajos de excavación y recuperación.
Actualmente se ha excavado solo un 10% del total de la superficie intramuros de la ciudad, correspondiendo al núcleo central del alcázar, aunque los últimos trabajos de excavación realizados en el yacimiento durante los últimos años se están centrando por primera vez en áreas no correspondientes al complejo palaciego.
En noviembre de 2007 apareció un hallazgo excepcional, una mezquita situada a más de un kilómetro de la zona noble de la ciudad, más tarde se localizó una impresionante calzada islámica, única en su género en España, así como las plantas de lo que se intuyen como barriadas de viviendas destinadas a la clase popular.
En los últimos años el yacimiento de Medina Azahara está siendo sometido a unas intensas labores de restauración que pretenden, pese a las grandes pérdidas de materiales por parte de los expolios medievales, devolverle el esplendor perdido con el que asombró a todos los que la visitaron durante la Edad Media, cuando Medina Azahara era sede uno de los centros gubernamentales más importantes del mundo.
Entre las intervenciones más destacadas del conjunto destacan las realizadas sobre la denominada zona del alcázar. La casa de Yafar, donde se cree que habitó el primer ministro del califa fue una de las restauraciones integrales más exitosas que se han hecho en el yacimiento. Se llevó a cabo la delimitación de la vivienda después de hacer una exhaustiva investigación sobre el mármol, donde se recuperaron más de 200 losas de pavimento, pinturas murales, una pila y sobre todo, la portada monumental.
También se intervino sobre la llamada casa de la Alberca, donde se cree que podrían haber estado las dependencias del príncipe heredero, y donde se ha estudiado con gran precisión el baño de cara a una futura restauración.
El Salón Rico volverá a lucir su mejor cara tras una intensa restauración en la que se pretende devolver a la sala toda su magnificencia del pasado. Por un lado se procederá a la colocación de todos los atauriques (paneles) de mármol que en la actualidad están esparcidos en el suelo, devolviéndolos a su posición original, en los casos en que resulte imposible, se repondrán con fragmentos modernos que estarán perfectamente integrados junto a los originales.
Respecto al suelo, actualmente de cemento, será repuesto por un pavimento de mármol, tal y como estaba en tiempos de Abd al-Rahman III. El mármol se extraerá de las canteras portuguesas de Estremoz, canteras de donde salió el primer suelo original hace ahora más de 1000 años.
También será recuperada la alberca situada frente al salón, a la que una vez concluida su restauración, se le añadirá la tan característica lámina de agua andalusí, recuperando de este modo el primer complejo hidráulico de la ciudad palatina.






Aquí comenzamos el recorrido fotográfico.
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